Narra Ainoa
Hoy cumplo mis veinticuatro años, un día que dejó de ser especial desde hace un tiempo, ni yo lo recordaba, supe porque vi el calendario por accidente y noté que era mi cumpleaños; Romeo lo empezó a olvidar desde que cumplimos unos cuatro o cinco años de ser pareja, la primera vez me dolió y me sentí muy triste, quería morirme porque me había acostumbrado a que ese día debía ser mágico e inolvidable para mí, pero ya es un día más, ya no importa, es como todos los anteriores en los que solo quiero que ya sea de noche para irme a dormir.
—Cariño, ¿Dónde estás? —dice él desde afuera del cuarto.
—Estoy cambiando mi ropa —respondo y al instante escucho que quiere abrir la puerta.
—Deja de ponerle seguro a las puertas, no sé qué puedes ocultar de mí.
—Lo siento, creo que lo hago sin pensar.
Voy hasta la puerta y le quito el seguro, el hombre abre y me mira de pies a cabeza, luego mira alrededor del cuarto como si yo escondiera algo, parece tomado por como luce.
—¿Necesitas algo