Camille pensó en el padre de Darrin y sintió ira, tanta, qué lágrimas rodaron por sus mejillas. Solo de recordar todo lo que había hecho ese hombre, le daban deseos de esconder a su hijo y no dejarlo salir jamás. Aunque estuviera enfermo, ella lo amaba y no dejaría que nadie le hicieran daño. Recordó la primera vez que lo tuvo en sus brazos y más lágrimas escaparon de sus ojos.
Jason malinterpretó su reacción, pensó que, aunque estaba casada con él, ella seguía pensando en su exesposo. Odió que siguiera amando a un hombre que no estaba allí para ella y para su hijo. Un hombre ausente que no le importaba si su hijo moría o no. Él estaba junto a ella, pagó para que los mejores doctores operaran a Darrin, y ella no podía ni siquiera soportar su toque. Apretando las manos en puños, dio unos pasos hacia atrás alejándose de ella y luego salió de la habitación dejando la puerta abierta y a Camille en medio de la estancia.
Como el chofer dormía, Jason no quiso llamarlo porque perdería más tie