Por precaución me vendo la mano que aún me duele y está inflamada.
Eso solo demuestra que no todo lo que vemos en las películas es cierto.
Una vez me siento mejor recojo las pocas pertenencias que tengo conmigo y dejo la habitación de la mansión.
Al llegar al salón me encuentro con Cillian y Jared que se callan al verme.
Miro Al primero.
—Me gustaría regresar a mi departamento —espeto.
Este no sabe qué decir y mira Jared.
—¿Podemos hablar?
El hombre da un paso al frente.
—La verdad, es que no sé qué podríamos hablar usted y yo, no después de lo que hizo.
—Por favor —dice en voz baja.
—Estaré en mi oficina por si necesitan algo —se adelanta Cillian.
Con eso nos deja a solas.
Resignada a mi suerte, avanzo hasta uno de los sofás, dejo mi bolso y tomo asiento.
—Diga lo que tenga que decir.
Veo su rostro algo demacrado y la culpa es evidente.
—Decir que lo siento no es suficiente.
—No lo es —susurro —su disculpa no va a devolverme a mi madre.
Asiente.
—De verdad, no pens