CAPÍTULO 27.

Aileana habia estado en la misma posición por casi 20 minutos observaba a las personas a su alrededor y no encontraba rastro de Diago. Pudo observar a las anteriores mujeres que conoció al llegar, murmurar mientras la miraban.

Aileana con fastidio se levantó de la silla, estaba decidida en buscar el tocador más que nada para alejarse de los murmullos dirigidos hacia ella.

Al salir de aquel salón que se encontraba en uno de los hoteles más lujosos de la ciudad, caminó admirando las pinturas antiguas que estaban sobre las paredes, 

—Señorita ¿puedo ayudarle?

Uno de los meseros se dirigió a Aileana.

—Busco el tocador.

Él hombre se mostró un poco extrañado.

–Dentro del salón hay un tocador.

Ella comenzó a reír un poco incómoda, se acercó al hombre , él pudo notar las pecas que r

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