Miguel entra silenciosamente en la guarida en su forma lupina, su enorme cuerpo musculoso apenas haciendo ruido mientras cierra la puerta con la pata trasera con cuidado.
Sujeta la presa entre sus fauces, la sangre aún goteando de las heridas causadas por sus colmillos. El olor de la carne recién cazada impregna el ambiente mientras camina hasta la cama donde Sasha está acostada, acurrucada entre las sábanas en un nido que ella misma preparó, su pelaje blanco prácticamente mezclándose con los tejidos a su alrededor.
Con cuidado, deja la presa a su lado e inclina su hocico sobre su rostro dormido. Luego, comienza a lamer suavemente su hocico en un gesto delicado y afectuoso para despertarla. Sasha finalmente comienza a despertar, parpadeando lentamente sus ojos azules.
Bosteza y deja escapar un leve gruñido de satisfacción mientras se estira y despereza. Al percibir el olor de la presa, la mira y su estómago ruge al instante con el hambre recién despertada.
<