Lovetta se acerca a la celda donde Sasha está prisionera, el olor punzante de piel quemada impregna el aire, revolviendo su estómago. El sonido de los gritos de dolor de Sasha rompe el silencio opresivo, y un escalofrío helado recorre la espalda de Lovetta, erizándole los vellos.
¿Está realmente quemando a una humana?
El pensamiento la golpea con fuerza, y el horror crece en su pecho. Aunque nunca confió del todo en Lukan, no imaginaba que él sería capaz de llegar tan lejos en un acto tan cruel.
A solo unos pasos de la celda, Lovetta se detiene. Respira hondo, pero la decisión resulta ser un error, ya que el hedor de la carne chamuscada invade sus fosas nasales, causándole náuseas.
— ¿Qué haces aquí? — La voz de Lukan resuena desde dentro de la celda, áspera e irritada.
Lovetta rápidamente coloca su máscara de indiferencia y avanza con pasos firmes hasta la entrada. Evita mirar directamente a Sasha, no queriendo que cualquier rastro de preocupación o compasión en su rostro la delate.