Clara iba corriendo, evadiendo cada uno de los obstáculos que se le presentaban en el bosque.

Sin dar oportunidad a pensar o dudar, cada uno de sus pasos la llevaba a la sala de recepciones más grande del castillo.

En cuanto llega, abre la puerta de forma agresiva haciendo que las hojas de la puerta de madera maciza se estrellen contra las paredes provocando un sonido lastimoso.

La princesa, inundada por una necesidad ferviente de ver a Karol solo la busca con la mirada, con la esperanza de verla recuperada, de pie, poderosa e independiente como la había conocido esa primera vez.

Clara llega jadeando, la misma adrenalina evita que ella respire con tranquilidad, la culpa la azota, una y otra vez intentando hacerla caer.

— ¡Karol! ¡Karol, por favor! ¡Perdóname!— dice ella al mismo tiempo que corre para arrodillarse frente a la que era su compañera de lucha.

Frente a ella estaba Karol sentada en una silla de madera con las piernas colocadas de forma estratégica para que estuvieran en la