Verona tenía puesto un jersey, un short corto y estaba descalza sobre uno de los taburetes. Codeaba a Ophel a su lado y le mostraba sus cartas, en voz baja y acercándose a su oído él le decía que jugada era la que tenía ella.
«De cualquier forma, las chicas que conozco siempre engañan a sus novios o esposos con alguien del personal o algún familiar del sujeto…Alguien joven».
Sacudí el pensamiento de mi cabeza.
—Buenas noches —dije entrando a la cocina.
Fui hasta el refrigerador para tomar un vaso de agua.
Verona asomó su cabeza por un costado del cuerpo de Ophel.
—Hola, cielo.
Tomé toda el agua y la sentí como tierra en mi garganta, salí de allí antes de que pudiera preguntarme otra cosa.
Necesitaba darme un baño, quitarme los restos de esta pésima noche. Quería aco