Bárbara.
Jueves, 21, febrero, 2030.
Respiro el olor a menta que transmite Milán a un lado de mí, lo abrazo sin soltarlo, la alarma ha sonado ya dos veces y no quería levantarme, pero era jueves y tenía que trabajar, me levanté pero el castaño me detuvo volviendo a meterme a la cama junto a él.
— ¿A dónde crees que vas? — pregunta susurrándome al oído con su voz ronca, sonrío y me volteo a mirarlo.
— Ti amo — digo en italiano y sonríe aún más, me besa.
— Ti amo, Regina — lo abrazo y duramos un buen momento así hasta que escuchamos los gritos de los gemelos por el pasillo, diciendo que se hacían las 8 de la mañana y llegaban tarde a la escuela, me despego de Milán y corro al baño a bañarme porque yo también llego tarde — Apúrate, aunque yo no llego tarde porque soy el jefe.
Ruedo los ojos notando su ego e orgullo por ser dueño y jefe de una gran empresa de moda.
Salgo del baño y entro al closet,