—Es una sorpresa, amor —advirtió entre risas.
Pasamos el resto de la tarde mirando unas películas, una elegida por ella, romántica por supuesto, y una por mí, de acción. Un perfecto plan, adoraba tener a mi mujercita entre mis brazos.
El domingo fuimos a almorzar con su madre y Elle a su casa cerca del mediodía. Como siempre, ellas me recibieron maravillosamente bien. Y disfrutamos de una exquisita comida casera, spaguettis al pesto fue lo elegido por Grace, que por suerte se encontraba con muy buen aspecto. Luego del postre y la entretenida charla, me marché.
—Te veo mañana, pequeña —me despedí en la puerta de su apartamento.
—Te veo en el café para tu dosis diaria —bromeó colgada de mi cuello y lamiendo mis labios.
—Cuento las horas —mordí su labio inferior y luego nos perdimos por unos minutos en un