El juramento

María llegó preocupada al instante.

—¿Qué ha pasado, señora?— Preguntó, comunicándome. —¿Te ha hecho daño?

No respondí, el deseo de llorar y gritar me invadió y me sentí miserable por permitir que me trataran de esa manera.

—¿A dónde vas?— Preguntó cuándo me veo saliendo de la habitación.

—¡Muy lejos de aquí, me niego a pasar otro segundo en esta casa cerca de ese mounstro!

—¡Por favor, espere! Dale tiempo, conócelo...

—¡No!— Grité, provocando un llanto. —Estoy aquí contra mi voluntad y él todavía se atreve a golpearme.

—¿Qué ha pasado?

— ¡Vamos, es agresivo! Aparte de un secuestrador

—Es solo que no tenías que intentar escapar, dime lo que acaba de hacer.

—Me golpeó—, aclaro enjugando mis lágrimas.

—¿Qué le dijiste?

Pero, ¿qué le pasa a esta mujer? ¿Qué le pasa a la gente de esta casa?

—¿De qué estás hablando, crees que tiene derecho a golpearme?

—A parte del hecho de que intentaste escapar, deberías haberle dado otra razón para volverse loco.

—¡Acabo de decir la verdad!— Moriría antes de pasar un día a su lado, ¡está loco!

María me cubrió la boca y vio sus ojos cristalizarse, y me abofeteó de la nada.

—¿Qué demonios te pasa?— Le grité furiosamente.

—Mi pobre hijo—, susurro ignorándome a mí mismo y enjugando una lágrima.

—Desde que me golpeas, ya es bastante malo que él lo haga, ¡pero tú!

—¡Cállate!— Grita molesta. —¿Cómo has podido decirle eso a mi pobre hijo?

—Acabo de decir cómo me siento.

—¡No lo repitas de nuevo!

—No tienen derecho a decirme lo que puedo o no puedo hacer, me han secuestrado, me maltratan y ahora me golpean—, dije.

—Entiendo, y me disculpo, no debería haber hecho eso—, dijo, luciendo más tranquila.

No he respondido

—Sin embargo, debes entender una cosa, no eres solo tú quien importa—, dijo mirándome fríamente. —Entendemos que lo que estamos haciendo está mal, pero es algo que entenderás en el futuro. Tal vez no lo perdones, pero lo entenderás.

Sin esperar una respuesta, me dio la espalda y caminó hasta la mesa junto a la cama, puso una llave en la cerradura del tercer cajón, la abrió y de ahí saqué un libro marrón.

—Te ordenó que no te dijera nada hasta que lo decidiera, pero si vas a estar aquí, creo que tienes derecho a saber por qué.

—Deja el suspenso y dímelo.

—Quiero que entiendas que esto es difícil para todos, aunque no lo parezca, esto es algo que le duele y, como consecuencia; también te hará daño a ti.

Se sentó en la cama y me dijo que hiciera lo mismo.

Abrió el libro y me di cuenta de que en realidad es un álbum muy antiguo.

Paso un par de páginas hasta llegar a la que me llamó la atención.

Apreció la foto de una chica de no más de veinte años con el pelo castaño claro recogido en un moño desordenado, sus ojos verdes y sus mejillas rojas resaltaron su sonrisa.

—Sé que esto es extraño y puede que no me creas, pero te juro que es la verdad.

No dije nada, no pude hacerlo, no sentí mi lengua, no sentí mi cuerpo, me detuve sin saber qué pensar

Abrí la boca un par de besos, pero lo cerré de nuevo cuando no salió la voz de mi boca.

—Eres más de lo que crees—, murmullo quitándome un mechón de pelo.

—¡Qué cosa!— Estaba susurrando.

Su pelo claro se ve un poco ondulado, sus ojos verdes son un poco más grandes, ¡sus camanances son más pequeños pero de m****a!

—Ella, ella es...— las palabras no se podían formar en mi boca.

—¿Idéntica a ti?— Pregunto sonriendo.

Asintió con la cabeza, es idéntica a mí, todo parece diferente de alguna manera, pero al mismo tiempo es como si estuviera mirando mi foto y es confuso y abrumador porque sé que no es así.

—Soy tú—, dijo sonriendo con ternura.

—No...

—Déjame contarte una historia—, preguntó, tomándome de la mano. —Necesito que abras tu mente para que puedas entender lo que estoy diciendo.

Asentí sin poder decir una palabra.

María dejó a un lado el álbum y de sus manos salió una especie de polvo dorado que formó la figura de Morgan, pero un poco más joven.

—La diosa de la luna bendice a los lobos con su pareja, la pareja o la luna es la persona destinada a ser su pareja, el lobo debe buscarla, convertirla en su esposa, marcarla y de esta manera se cumplirá el destino.

La figura de sus manos cambió a la de Marshall.

—Hace cuatro siglos; cuando Marshall se convirtió en alfa, la diosa luna creó a su pareja, Marshall buscó a la chica por el cielo, el mar y la tierra, pero no la encontró, eso fue frustrante para ambos, ya que su mayor deseo era encontrar a su ser querida, estaban muy emocionados de conocer su luna para que no perdieran la esperanza, la dio

Una vez más, la figura en sus manos cambió a un minimodelo de un pueblo en el bosque.

—El pequeño pueblo del que vienes acababa de ser fundado y ahí es donde comenzó su búsqueda, esa noche Marshall te encontró.

La imagen de una joven apareció en sus manos.

Encadenado al sótano de tu casa, tu malvado padre te mantuvo allí.

—¿Por qué te preocupas por él? Pensé que estarías feliz de deshacerte de él.

—¡Eso!— ¿Por qué crees que sí? Estoy empezando a creer que se equivocó con una mujer

—¿No te maltrató?— _Pregunto frunciendo el ceño

—¡No!— Él es el mejor, es todo lo que tengo y yo soy todo lo que tiene—murmurando limpiando una lágrima antes de que se dé cuenta.

Durante un momento, Marshall no miró nada, como si pensara demasiado en algo.

Hacer clic en mi cabeza hizo algo cuando me acordé de eso.

Marshall supo al instante que esa chica era su compañera, la sacó de allí y la trajo a casa.

Una nueva figura de Marshall sonriendo apareció en sus manos, tal vez sea el polvo brillante, pero la sonrisa de Marshall fue lo más hermoso que he apreciado.

—Carmen  era su nombre, solo tenía dieciséis años cuando la conocí, él se enamoró de ti al instante.

Se detuvo para mirarme y sonreír.

Aunque Carmen se opuso con todas sus fuerzas; le fue imposible no enamorarse y al final aceptó su amor por el lobo.

Por alguna razón, la imagen brilla de ellos, nos duelen un poco

—Por la vida que había llevado, Carmen sabía cómo defenderse y a pesar del hecho de que en ese momento la mujer tenía que ser sumisa ante el hombre que nunca miró a Marshall y eso lo volvió loco.

Se rió como si recordara lo que estaba narrando.

—Con el tiempo se casaron, pero ella nunca le permitió marcarla, lucharon todo el tiempo por ello.

La imagen de ellos discutiendo se formó en sus manos.

—Sabían cómo solucionar sus problemas, pero Marshall pensó que Carmen  realmente no lo amaba.

María soltó un suspiro melancólico.

—Esa duda sería su cruz unos años más tarde, cuando tenía veintiún años, los lobos rebeldes que habían sido exiliados atacan el castillo.

Una vez más, el polvo cambió de forma, mostrando una batalla.

Morgan y Marshall eran jóvenes, inexpertos y todavía débiles, el líder lo atacó y logró herirlo gravemente, era seguro que ese sería su fin, si no fuera por Carmen que en su afán de proteger a Marshall recibiera el ataque

Sentí algo en mi apretón cuando apareció la figura de Marshall llevando a Carmen en su regazo.

—Carmen se estaba muriendo, Marshall y Morgan le rogaron a la diosa que la curara, pero eso fue imposible, con su último aliento hizo un juramento a su alfa.

La boca de la brillante figura se movió junto a la de María.

—No me arrepiento de haber dado mi vida por ti, sin embargo, el tiempo que pasamos juntos no fue suficiente, te juro volver contigo para que podamos completar esta historia que dejamos a mitad de camino.

Sin entender por qué, una lágrima rodó por mi mejilla.

Esa promesa los mantuvo en pie durante los siguientes tres siglos.

Vi cómo se moldeaba el polvo en una figura de Marshall llevándome en sus brazos, me estaba desmayando y llevaba mi pijama llena de sangre, lo vi acostarse en la cama y acariciar mi cabello, me susurró algo en el oído y luego me dio un beso en la frente

Y ahora estás aquí, cumpliendo tu juramento.

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