Flor Pérez
Luego de pensar por un rato, finalmente salí al patio a ver a mis retoños, los cuales, al verme, dejaron de jugar con Gael y Blanca para correr a estrellar sus diminutos cuerpos contra el mío.
- ¡MAMÁ! ¡MAMÁ! ¡VOLVISTE! ¡Ven, vamos a jugar! ¡Anda! -dijeron Ángel y Samanta casi al unísono.
- ¡Mis chiquitos! ¿Cómo están? ¿Cómo estuvo su día?
- ¡Bien, mami! ¡Divertido! La tía Blanca nos ha estado acompañando, nos dio de comer y recogimos nuestro plato, ya nos enseñó cómo lavarlo.
- ¡WOW! ¡Eso sí que es asombroso!
- ¡Siiiii!
- Mi Angelito y Samy, necesito platicar con ustedes un ratito, ¿Me regalan un momentito y luego nos ponemos a jugar con la tía Blanca nuevamente?
- Sip, sip, sip… -dijeron mis niños siguiéndome hasta la habitación donde dormían.
Una vez dentro, cierro la puerta para darnos privacidad y sin saber cómo decírselos, finalmente opto por contarles una historia entre verdadera y falsa.
- Mis niños, ustedes saben cuánto los amo y saben también que hemos vivido mucha