Capítulo 32 Reproches familiares

Narrador

Magdalena no podía dejar de llorar, las lágrimas caían a cántaros por sus mejillas. El dolor de la traición era más intenso que la pérdida de todo lo que había tenido. A pesar de sus defectos y su comportamiento, siempre había sido leal a John, apoyándolo en las buenas y en las malas.

—¡Mamá! Por favor, levántate de ahí.

Magdalena lo miró con furia, resentimiento y una profunda ira.

—¿Acaso no ves lo que ha hecho tu padre? Tú lo sabías, ¿verdad, Federick? Sabías que este desgraciado me estaba engañando con la empleada de la cafetería y te quedaste callado, eres un alcahueta.

—Mamá, perdóname, sí lo sabía, pero me enteré hace poco. Te lo juro, no te estoy mintiendo. Lamento haberte causado más dolor.

Magdalena se incorporó, se limpió las rodillas y secó sus lágrimas. Aclaró su garganta. John, aunque estaba listo para salir del apartamento, permanecía allí, esperando por ella.

—¿Qué haces ahí parado, John?

—Magdalena, mi amor, podemos arreglarlo. Todo se puede hablar. Por fa
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