Normalmente para Marcus los días cotidianos eran lo peor que le podía pasar. La monotonía lo volvía loco, lo estresaba a niveles que no entendía y desde que había llegado a la base, su rutina era exactamente la misma. Pero esta vez no le molestaba en lo absoluto.
Cuando su entrenamiento se terminaba a las 7 de la noche, corría a prepararse para su hora extra con Craig; entrenaban y al terminar hablaban de cualquier cosa, que por más absurda que fuera a los ojos de alguien más, para ellos solo era un pretexto para quedarse más tiempo juntos. Era bastante monótono. No hubo cambios durante días y jamás eso le molestó.
Adoraba pasar tiempo con Craig; le encantaba la manera en que le contaba cosas sobre él y le aceleraba el corazón la forma en que lo miraba cuando era su turno de hablar. Aunque, puede que la razón de que no le moleste su rutina, es po