Akira nos miró sorprendido y no sabía distinguir si estaba feliz, o estaba molesto.
Por un mínimo segundo su rostro se vio afligido, pero lo cambio rápido. No sé si fui la única que lo pudo notar. Akira comenzó a reír.
—¿Así que este era el secreto que tenían guardado? Son pésimos para mentir. Debieron ver sus caras —Supongo que después de todo no se molestó, pero ¿Qué fue esa expresión que hizo hace un momento? No quiero pensar en eso. Me acerqué a Akira para que pidiera un deseo antes de apagar las velas. Akira no paraba de mirarme, su mirada me hacía sentir un poco avergonzada. Cerró sus ojos y pidió un deseo, para luego soplar las velas. Me pregunto ¿qué habrá pedido?—¿Por qué no lo servimos? — sugirió mi madre.