Llegamos a la casa y su teléfono sonó.
—¿Así que esa rata no ha dicho ni una sola palabra? —preguntó molesto-. Aumenten la dosis entonces. Ese infeliz habla porque habla— colgó la llamada.—¿Qué le van a hacer? —pregunté asustada.
—Eso es algo que una mujer hermosa como tú no debe saber— acarició mi mejilla.—¿Será que puedo decirle algo?—Dime, soy todo oídos—me prestó atención.—¿Para qué me quiere? — llevé mis manos temblorosas a mi espalda.—¿No es obvio? —me miró fijamente.—No entiendo lo que quiere decir. Un día me utiliza, al otro día me saca a un lado. Un día me trata bien otro día me trata mal. No entiendo nada de us