***NARRA ALMA ROSA***
Ciudad de México
La verdad no tuvo nunca como saberlo, pero de todos modos el daño ya estaba hecho, y no se podía remediar, ni con todo el oro del mundo, ni con todas sus lágrimas.
–Ya te dije, que tu adorada esposa si lo supo y bien que te lo ocultó, y fíjate que todavía estoy esperando que ella me venga a agradecer que salvé, la vida de su hija.
Él empezó a leer las cartas, que le había enviado mi madre y los recibos de pago que había realizado Alicia, por los gastos de hospital, pero también las notas que le había dejado a mi madre, eran ultimátum, de que ya no buscara a Manuel, y de que era la última vez que hacia algo por ella y que si la próxima vez yo me enfermaba, que fuera buscando mejor en donde me iba a enterrar.
Sus lágrimas cayeron de sus ojos, pero aun así no me iba a condoler de él. Esperaba que esto le sirviera para no seguir encubriendo a su esposa.
–Sé que ella fue la que te obligó a no registrarme, y a que tampoco ayudaras a mi mamá, le agradez