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Capitulo 2: (Anti) Naturaleza de seres (In) mortales.

Era la segunda vez que el ser que tomaba la identidad de Lautaro podía experimentar esta sensación. Se encontraba acostado en la cama y tapado por dos sabanas, una fina y otra más acolchada y de color blanco, ser abrazado por ambas telas era una experiencia demasiado placentera, la primera sabana era cómoda y suave, se amoldaba perfectamente al cuerpo humano; la segundo era más esponjosa y mantenía el calor que emanaba de su cuerpo dentro de la cama.

     No había otra forma de describirlo que como un espacio seguro, un lugar donde su cuerpo era abrazado y amoldado por suaves y cálidas nubes que te daban una sensación de serenidad absoluta. El ser que tomaba la identidad de Lautaro había experimentado algo ligeramente parecido antes, cuando viajaba por el espacio exterior y pasaba cerca de las estrellas.

     Pero él no se había dado cuenta de todo este glorioso paraíso hasta que fue obligado a abandonarlo, logró sentir una ligera perturbación en su hombro y al abrir los parpados y ajustar su vista se percató de la razón.

     Se trataba de una humana, esta era la primera vez que la veía desde su llegada y no sabía en qué momento de la noche ingresó a la vivienda. La mujer de tez blanca, labios pintados y largo cabello teñido de rubio, tenía una sonrisa en su rostro. –Me voy a trabajar –informó ella–. Cuando salga tengo otras clientas para atender así que llegare tarde, pero te deje plata arriba de la heladera.

     “Lautaro” le prestó poca atención a las palabras de esa mujer porque justo en ese instante estaba tomando conciencia del paraíso suave y caliente que rodeaba su cuerpo en la cama. –Como digas progenitora –dijo con una voz débil que quería regresar a dormir.

     La humana más desarrollada soltó una carcajada. –Sé que te dije que no me llames madre, pero entre eso y progenitora prefiero la primera –concluyó con otra risa antes de despedirse y salir del cuarto.

     De regreso a la tranquilidad absoluta, “Lautaro” empezó a dar vueltas sobre su propio eje en la cama, quería regodearse de toda esa hermosa sensación que era dormir calentito en una cómoda cama. Pero algo le llamó la atención, la parte inferior de la cama, donde estaban sus piernas, había zonas frías y al mover sus extremidades podía sentir ese frio que a su vez también le gustaba, sentir esa baja temperatura y calentarla otra vez.

     Una extraña emoción se formó en el centro de su pecho para elevarse hasta la boca y los ojos. –¿Así se siente dormir? ¡Lo adoro! –Sintió un vacío en su boca abierta y lágrimas salieron de sus ojos–. No quiero abandonar esto nunca, me quedare hasta que se atrofien mis extremidades y este cuerpo muera.

     Siendo más específico la cama donde él se encontraba era una cucheta, mientras que él ocupaba la cama de abajo la de arriba también podría ser usada, aunque estaba llena de sabanas y ropa doblada. El punto de todo esto es que la cama de arriba era sostenida por tubos de metal pintados de blancos, tubos en los cuales se reflejó la imagen del joven con pelo despeinado y ojos entrecerrados.

     El reflejo distorsionado del tubo, estirado, cambió la expresión de su rostro y sus labios se movieron. –Eu, me preocupa mucho que realmente vayas a hacer eso. Los de tu especie son muy capaces, no conocen la diferencia entre literal y metáfora.

     –Es que si… –“Lautaro” acomodó su rostro en la almohada y la abrazó para proceder a cerrar los ojos y caer dormido por la eternidad como un joven príncipe que esperaría un beso.

     – ¡NOOOOOO! –el grito del reflejo interrumpió el momento perfecto–. Ni en pedo harás eso. Levántate ya mismo, vas a hacer ejercicio. Tengo que mantener mi cuerpo entrenado y preparado.

     Aquel ser que tomaba posesión del cuerpo de cabello castaño oscuro se dio media vuelta para ignorar el reflejo de su rostro, para su mala suerte la cama tenía tubos en ambas esquinas y se encontró la imagen en el otro.

     –Eso ya no es necesario, ya no estás trabajando para la Oficina y hablas como si en algún momento fueras a recuperar el control de este cuerpo.

     La conciencia prisionera en un rincón de su propio cerebro pensó rápido en algo. –Eu tonto. Dijiste que querías experimentar todo sobre la naturaleza de los seres mortales, hacer ejercicio es una de esas cosas.

     “Lautaro”, quien tenía los ojos cerrados, abrió uno y observó el tubo blanco. –Eso es cierto, tengo tus recuerdos de cuando lo hacías y se sienten bien. Creo que podría probarlo.

     Sin muchos problemas el joven de ojos cafés utilizó una pierna para patear las sábanas a un costado, una fracción del calor de las sábanas se desvaneció y eso no le gustó al ser, pero otra mitad se quedó impregnada en las sábanas y eso le pareció suficiente. “Lautaro” quiso levantarse, pero sintió rara las extremidades de su cuerpo. –¿Qué pasa?

     –Estuviste durmiendo, no hiciste nada. Debes estirarte –explicó el reflejo del tubo.

     El joven le hizo caso a ese consejo, levantó sus brazos y piernas para estirarlos. Podía sentirlo, le parecía genial, tenía la impresión de que podría estirarse hasta el infinito y más allá y sus extremidades lo seguirían. Un momento después sus cuatro extremidades cayeron sobre el colchón. –FUAAAA se siente súper genial, –Solo por diversión él volvió a hacerlo–. la segunda vez ya no fue tan genial.

     –Eso significa que te estiraste bien, así que ahora levántate para que empecemos. Me se la rutina de memoria, y aunque no vi ninguna pesa o algo en esta casa, aun así podemos arreglárnoslas.

     A la par que la imagen reflejada en el tubo hablaba, “Lautaro” se distrajo con otra cosa, a pesar de estar acostado en la cama tenía la cabeza levantada al frente y sus ojos fijos en algo raro. –Creo que tu cuerpo se rompió.

     –¿A qué te refieres?

     –Esta quinta extremidad de tu cuerpo sigue estirada y se siente demasiado dura. –La conciencia que se reflejaba observó entre sus piernas y comprendió lo que sucedía–. No parece querer bajar ¿Cómo se arregla esto?

     –Solo ignora eso, se bajará pronto.

     –Mira, mira. Si concentro fuerza en los glúteos se mueve, que raro jajajajajaja.

     –Pero que estupidez, que suerte que no hay nadie más.

     Después de que esa situación terminara el cuerpo del joven se puso de pie. La conciencia atrapada le dio indicaciones de cómo proceder y el otro ser las cumplió, llevaron una sábana al living, movieron un poco los sillones, mesas pequeñas y plantas para crear un espacio donde dejar la sabana y empezaron.

     Lo primero fueron unos movimientos para calentar los músculos antes de hacer el entrenamiento de verdad, ya que no tenían ningún equipo especializado tuvieron que hacer algo simple con su propio cuerpo. Fueron tres ejercicios diferentes que entrenaban dos zonas del cuerpo a la vez, hicieron seis repeticiones de cada uno con intervalos de un minuto entre repeticiones.

     Cuando acabó la última flexión de brazos el ser dejó caer su cuerpo al suelo, se encontraba solo en ropa interior. –Me arde ¿Qué me hiciste? El cuerpo se debilitó y me arden las extremidades, encima toda esta agua que sale del cuerpo es molesta y resbaladiza.

     –Entonces seguiste bien mis indicaciones. Ahora debes estar hecho un asco, hay que bañarse.

     El usuario del cuerpo estaba resignado. –No puedo, me duele todo. No creo tener fuerzas para levantarme, pero eso no será suficiente para que recuperes el control si es lo que planeas ajajajaja.

     Con un movimiento de su mano el joven movió las canillas del agua para la derecha y las gotas de la canilla dejaron de salir, hizo para un costado la cortina de la ducha y se abrió paso al baño. El lugar se sentía húmedo y por el agua caliente había algo de vapor, “Lautaro” tomó la toalla para empezar a secar su cuerpo, comenzando por los brazos, seguido del pecho y bajando hasta los pies; luego con otra toalla secó el rostro y el pelo.

     Sobre el inodoro se encontraba la ropa que debía ponerse, primero tomo el bóxer y se lo puso a la par que se acercaba al espejo del baño. –Tenías razón, después de esa mini lluvia en esa parte del cuarto ahora este cuerpo se siente mejor.

     –Ya te dije que se llama baño y la mini lluvia es ducha –contestó el Lautaro del reflejo.

     –Sí, sí. –El ser cambió su mirada para analizar más detenidamente su cuerpo–. Aunque me haya dolido ahora me siento mejor. –Haciendo fuerza en los brazos y abdomen veía como se marcaban sus músculos–. Ver esto me hace sentir genial no sé porque, aunque ya no puedo mover tanto el tubo de carne entre las piernas, que raro.

     Él ser terminó de vestirse para salir del baño y dirigirse a la cocina. –Lo único que me descoloca es el pelo, comprendo todo el pelo de la cabeza, pero la cantidad que hay en las piernas me parece demasiado. –Se detuvo delante de un mueble donde sacó varios frascos y una taza.

     Debajo del mueble, a la altura de la cabeza, se encontraba el microondas con su puerta espejo donde se reflejaba su imagen. –Aja sí, no voy a regresar a inseguridades de cuando tenía dieciseis años. Eso sí, tienes que afeitar todo lo que crezca en el cuerpo por debajo del ombligo.

     – ¿Por qué? Si igual la ropa lo tapa, incluso me tengo que poner esta mini ropa debajo de la ropa de las piernas.

     –Se llama higiene ¡Y no le agregues tanta azúcar!

     –Solo son cinco cucharadas y media, déjame disfrutar de este… ¿Kase? ¿Café?

     Al terminar de seguir todas las instrucciones solo le quedó batir todo dentro de la taza con una cuchara –Estas usando agua fría, no lavaste la taza que usas y tiene demasiada azúcar, vas a destruir mi cuerpo así.

     El usuario del cuerpo levantó la cabeza para clavar la mirada con la del reflejo. –Me preocupa lo que habrás vivido trabajando para la Oficina, solo te quejas y sigues ordenes como un sin consciencia. –El reflejo separó la vista y “Lautaro” continuó después de darle un sorbo a la taza–. Creo que no disfrutabas como debe ser de todas las maravillosas experiencias que te permite tener un cuerpo mortal de carbono como este.

      Las cejas del reflejo se arquearon. –Tú no sabes nada sobre mí, así que no puedes decir eso. No conoces mi pasado, por lo que pasé y tuve que vivir. Solo eres un destructor de universos y usurpador de cuerpos.

      Su mano empezó a temblar repentinamente, la taza de porcelana se cayó a la mesada y por pura suerte no se partió en muchos pedazos, solo que todo el líquido del interior si se desparramó por el lugar. –Eso…eso…no es cierto. Tú tampoco me conoces hipócrita.

      Por un milisegundo aquel ser casi pierde el control sobre el cuerpo aunque rápidamente logró recuperarlo, cuando observó otra vez el espejo del microondas se encontró con una sonrisa malvada del otro lado–. Eu, creo que conozco lo suficiente. Por ejemplo, hay un cadáver tirado afuera del que tienes que encargarte todavía.

-----O-----

No podría confirmar con certeza si se trataba del mismo colectivo, pero si era el mismo asiento y hora del día que ayer. La diferencia vital entre ambos eventos era como me encontraba, todavía sigo preocupada por mi mejor amigo y lo que él podría hacerse a sí mismo; aunque también estoy más relajada ya que después de verlo ayer tenía un poco la seguridad de que no se autolesionaría. De todas formas el ser humano siempre es impredecible.

     Cerca de mi casa hay una pastelería y en mi viaje de ida compre una torta que pensaba compartir con él <Mostrarle un poco los placeres de la vida debería ayudarlo a alejar pensamientos intrusivos> pensaba a la par que observaba la caja reposando sobre mis piernas <Le dije que no le contaría a los demás sobre esto, pero podría organizar una juntada de todas formas. Hace tiempo no nos vemos>

     Tome el celular de mi bolsillo para desbloquearlo, le había mandado un mensaje de que estaba en camino y no lo había visto siquiera, eso me parecía un poco raro porque Lautaro siempre está atento al celular; por suerte eso no me quitaba la poca paz interior de que haría algo malo. Conteste unos mensajes de otras personas hasta llegar a la segunda parada y luego bajarme para caminar a su casa.

     Eran alrededor de las 02 PM y todo era muy tranquilo, el barrio de Lautaro siempre era tranquilo. El sol estaba un poco fuerte pero eso era de esperarse tomando en cuenta que es verano, de todas formas una briza de aire fresco ayudaba a suavizar el exterior y también sacudía algunas ramas haciendo que los pájaros salieran volando.

     En frente de la casa de mi mejor amigo hay una pequeña plaza: tiene unos juegos, un árbol y una banca. A la izquierda de la plaza hay un muro formado por árboles que dan paso a un baldío y por los demás lados sigue expandiéndose el barrio.

     Al llegar frente a su casa y antes de que aplaudiera para llamar su atención me surgió curiosidad sobre algo, voltee mi cabeza para los altos árboles que cubrían pastizales y yuyos descuidados. –Allí es donde se murió un perro ayer. –Me sentía afligida al recordar eso.

     También recordaba que Lautaro no es el mejor cuando se trata de animales y me preocupaba un poco que él se hubiera “encargado” de la situación, más tomando en cuenta que estaba solo. En un principio eso también debería ser un problema para él, aunque al instante recordé la gran fuerza oculta que reveló ayer.

     Quizás levantar el cadáver de un perro muerto no sería mucho problema para él, pero todo lo demás sí, también estaba el extraño hecho de que podía sentir como si algo del otro lado del muro de árboles me llamara, exigiera mi atención.

     Observé una vez más la casa de mi mejor amigo por detrás de las rejas negras antes de tomar una decisión, automáticamente mi cuerpo se giró para un costado y empecé a caminar hacia ese lugar. –Solo será un segundo –me dije a mi misma–. Es por curiosidad.

     Atravesé la pequeña plaza, se terminó la calle pavimentada para pasar a ser de tierra de la cual brotaban las raíces de los árboles. Eran troncos gruesos y altos, llenos de ramas a los costados que a su vez estaban repletas de hojas.

     Aun así, la distancia entre algunos troncos era la suficiente como para que un cuerpo humano pasara sin problemas, en esos mismos lugares también las ramas habían sido cortadas y en el suelo en vez de crecer pasto solo había tierra; un signo de que muchas personas deben haber pisado esa área antes.

     No sé por qué, pero volví a pensar dos veces más lo que estaba haciendo, principalmente me alertaba el hecho de estar cargando una torta costosa y que algo le pasara solo por mi curiosidad. De todas formas cruce para el otro lado y fue como cambiar completamente de ambiente, los árboles tapaban todo rastro de actividad humana y la vegetación pasaba a ser la gobernante de la tierra.

     Las plantas sin cuidado eran mucho más altas que yo, también tenían hojas que podrían cubrir toda mi cara, aunque varias poseían agujeros en ellas dándome a entender que había orugas alimentándose <Espero que no salga ningún bicho> me aterraban y si me espantaba con alguno podría caerse la torta que compre. También lo peor que podría pasar es que salga una serpiente, pero no quería pensar mucho en eso para no manifestarlo.

     Estoy segura de que no debo ni haber llegado a dar 15 pasos más cuando algo llamó mi atención, el sendero era muy curvo, pero algo sobresalía de los yuyos, era más alto que las plantas pero no lo suficiente como para traspasar los árboles.

     Se trataba de ladrillos apilados unos sobre otros, viejos y gastados por estar en la intemperie, parecía tratarse de la esquina de dos paredes que se cayeron hace mucho tiempo. Sumado a esto repentinamente un olor a podredumbre golpeó mi nariz, rápidamente la tape con una mano e hice equilibrio con mi otro brazo para que no se cayera la torta.

     –Ya me parecía, Lautaro debe haber enterrado mal el cadáver.

     Todo me daba a entender que el supuesto perro que encontró mi mejor amigo murió o fue enterrado dentro de los escombros de esa casa. Sin embargo, cuando quise acercarme más para confirmar mi teoría una mano tocó mi hombro haciéndome dar un pequeño salto del miedo.

     La caja perdió el equilibrio en mi brazo y cayó al suelo, o eso fue lo que pensé, pero la persona a mi espalda sacó a relucir unos reflejos casi inhumanos y detuvo la caída. –Eu, eso estuvo cerca. –Supe al instante de quien se trataba.

     La persona en mi espalda se puso a mi costado para entregarme la caja y el tono de voz alegre de hace un momento se tornó más serio. –¿Qué estás haciendo aquí? –Mi mejor amigo tenía el ceño fruncido, nunca antes lo había visto con el ceño fruncido–. ¿Viniste a ver al perro? Pero si te dije que yo me encargaba. –vaciló un segundo antes de decir mi nombre, como si no lo recordaba.

     –Lo siento –fue lo único que pude decir. 

     – ¿Y que hay en la caja? –la pregunta fue con un tono más curioso.

     –Traje algo para que comamos.

     Pude notar como su boca se hizo agua y eso que ni siquiera le había dicho que fue lo que traje. –Eu, genial. Entonces vamos a casa asi lo comemos. –Colocando sus brazos alrededor de mi hombro prácticamente Lautaro me obligó a dar media vuelta, pero antes de salir del lugar pude girarme una última vez para dejar grabada en mi memoria la imagen de ese lugar y como sentía que algo me llamaba para allí.

     Me giré para observar a mi mejor amigo y este tenía una sonrisa, una expresión particular en él ya que cuando camina suele tener un rostro inexpresivo, y más si no estamos hablando, la única razón que se me ocurría es que estuviera pensando en algo que le provocara risa.

     Había puesto Spotify en mi celular para luego conectarlo al gran televisor del living y escuchar música mientras comíamos la torta y charlábamos, como es costumbre la madre de Lautaro no se encontraba en casa y aunque éramos solo dos jóvenes mejores amigos del sexo opuesto podía estar segura de que esto no tendría resultados sexuales. De todas formas estoy segura que Guada malinterpretara toda esta situación cuando se la cuente.

     Ahora estaba pensando en otra cosa, yo sé que traje una torta para comer con Lautaro pero imagine que no llegaríamos a acabarla y él la guardaría para ir acabándola de a poco. Al parecer estaba muy equivocada porque fácilmente parecía ser capaz de terminarla toda en una hora más.

     Mientras que yo recién me servía la segunda porción mi mejor amigo ya iba a la mitad de la cuarta y eso me preocupaba un poco. –Creo que te hará mal comer tanto, o tan rápido.

     –No te preocupes por eso –contestó luego de tragar–. Continua con lo que estabas diciendo.

     –Ah si. –Retomé el tema anterior–. Siempre dices que tienes tiempo libre pero quería saber con mayor exactitud eso. Pensaba que podríamos juntarnos con los chicos y primero quería saber si estabas ocupado para esta semana. Yo el viernes y sábado puedo, el domingo también, pero ya no a la noche.

     Al terminar de hablar Lautaro hizo una pausa a su comida, similar a una máquina que es apagada de repente. –¿Qué sucede? –pregunté sorprendida por esa reacción.

     Me dio la impresión de que iba a soltar un eructo, aunque cerró su boca y pareció contenerlo dentro. –No, no es nada. Bueno, me sorprendió que propusieras eso y no se la verdad.

     –Hicimos un trato, no voy a decirles sobre el mensaje y lo que pasó. Pero hace mucho no nos vemos.

     –Eu, es verdad. –Me percaté de que su ojo izquierdo parpadeó dos veces–. Igual tendría que pensarlo un poco.

     –Sé que no eres mucho de salir de fiesta, sería una juntada tranqui. Puede ser en tu casa o buscamos otro lugar.

Parecía estar nervioso al respecto, Lautaro es ese tipo de persona que suele cansarse de relacionarse con otros y necesita recargar su batería social estando solo. Personalmente pienso que eso puede deberse a todo el tiempo que suele pasar solo en su casa. De todas formas, él no suele rechazar una juntada con nuestros amigos, hace poco insistió mucho con juntarnos por el grupo de W******p, pero dio la mala suerte de que nadie podía.

     Me pareció ver que otra vez que hizo un gesto con su cuerpo, específicamente la garganta y la boca, de como si estuviera conteniendo un eructo. Seguido de eso todo pasó muy rápido y antes de que pudiera preguntarle si se encontraba bien se llevó una mano al estómago y otra a la boca, estuvo así por unos tres segundos antes de levantarse abruptamente y salir corriendo al baño.

     También por último escuche como al llegar al baño cerró la puerta con un golpe muy fuerte. Obviamente me quedé preocupada y rápidamente me puse de pie para ir a la puerta del baño. –¿Estas bien Lauti? ¿Te cayó mal la torta?

     Del otro lado de la puerta podía escucharlo vomitar, pero no era un sonido normal, sonaba artificial por así decirlo. –No entres. –fue lo único que dijo del otro lado. Se lo escuchaba algo desesperado.

     Seguido se escuchó un golpe seco acompañado de más vómito, volví a tocar la puerta. –¿En serio estas bien?

     – ¡No entres! –Seguido de otro fuerte golpe. Como si le diera un puñetazo al suelo o algo así.

     Estaba muy preocupada ¿esto era mi culpa? No rompería su privacidad y entraría al baño…no debía. Pero entonces fue que actué, no abrí la puerta, pero si me agaché y aunque sabía que estaba mal de todas formas lo hice.

     Observé por la cerradura de la puerta, sería solo un segundo y no pude creer lo que vi. Todo el inodoro y parte del piso estaban manchados, pero no era el pastel de vainilla, algún líquido verde o trozos de otra comida. Se trataba de un extraño fluido similar al alquitrán, solo que de color gris y parecía ser muy viscoso.

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