Alessandro y su equipo se acercaban sigilosamente. El sonido apagado de sus pasos se mezclaba con el susurro del viento, creando una sinfonía de peligro. A medida que se acercaban al almacén, Alessandro podía sentir la tensión en el aire, la presión de la venganza y la desesperación.
Carlo, percibiendo algo, gritó órdenes a sus hombres. Los disparos comenzaron a resonar por todo el almacén y Valentina se agachó y trató de esconderse pero Carlo no lo permitió.
Alessandro y Enzo avanzaron, cubriéndose entre ellos.
— ¡Por aquí!— gritó Enzo, al ver una puerta parcialmente abierta.
Entraron con cuidado, las sombras juga