47.
Al entrar, Erick se sorprende en ver toda la comida que está colocada en las diferentes mesas, toma a Matilda de la mano y le hace una señal para que ella se acerque, “Tita, ¿puedo comer esos dulces?” Y señala una bandeja de dulces y galletas.
Matilda asiente y le dice, “mientras tus padres te den permiso, no hay problema”, en cuestión de segundos ya estaba nuevamente al lado de sus padres.
La sonrisa de Matilda iluminaba todo el espacio, era más radiante que el mismo sol, de ver al pequeño Erick con sus padres se le estremecía el corazón. Por instinto se comenzó a morder el pulgar.
La emoción y alegría era evidente en el rostro de Matilda. Sin duda, para ella, esto era su familia. Su lugar seguro, su ancla de la vida. No podía pedir nada más que la hiciera realmente feliz.
Durante la reunión, Mariano no perdió el tiempo y conversó bastante con David, ganándose así la confianza de este. Ahora no hablaron nada de Miguel, sino un poco del negocio de David y cómo le habían dado vida con C