Valeria se despertó antes de que rayara la madrugada. Cada noche le resultaba más incómodo dormir y ya los bebés estaban acostumbrándose a despertarla a esa hora, como si ellos fueran los que tuvieran que ir a trabajar.
«O es por comida, porque me estoy muriendo de hambre», pensó Valeria cuando pasaba al baño.
Al salir y ver la silla que decoraba la habitación, se acordó de su bolso, que aún no regresaba con ella. Suspiró, molesta, y se volvió a meter a la cama. Era demasiado temprano para levantar al servicio de la casa solo por un bolso, pero también…
«Estarán todos dormidos y podré aprovechar que no me ven para buscarlo, porque estoy segura de que está escondido en l