Cap. 46: Amor desenfrenado.
Juliana se levantó rápidamente, retrocediendo unos pasos.
—Bruno, no puedes obligarme a esto. No voy a estar contigo solo porque tú lo exijas —mencionó con voz firme pero temblorosa—. Además, no me siento bien, por eso no bajé a cenar.
Bruno, enfurecido por la resistencia de Juliana, avanzó hacia ella y la tomó del brazo con fuerza.
—¡Basta de excusas! Esta noche serás mía, te guste o no —gritó, su rostro estaba lleno de rabia.
Juliana trató de liberarse, pero Bruno la sujetaba con fuerza.
—¡Suéltame! ¡No quiero!
Justo en ese momento, la puerta se abrió de golpe y Alfredo entró en la habitación, habiendo escuchado la discusión desde el pasillo.
—¡Suéltala, Bruno! —ordenó Alfredo, su voz estaba llena de autoridad y furia.
Bruno, sorprendido por la interrupción, soltó a Juliana y se volvió hacia su padre.
—Esto no es asunto tuyo, papá. Juliana es mi esposa y tengo derecho a estar con ella.
Alfredo se acercó rápidamente y se interpuso entre Bruno y Juliana, protegiéndola con su cuerpo.