Capítulo 22 Una casa de locos
— ¿Tú qué haces aquí?, preguntó Samantha con voz de desagrado.
Samantha ignoró la mano que Francesco le tendió para ayudarla a levantarse, como pudo se sostuvo de la mesa cercana y se levantó aún adolorida.
Francesco no se inmutó por su tono frío y se mostró cálido como en otros tiempos.
— Sam, mi amor,
Francesco pronunció el diminutivo de su nombre con calma, sabia que a ella le gustaba que la llamara así.
—Sé que las cosas no han sido fáciles entre nosotros. Cometí errores, lo sé, y tú también. Pero no crees que por el amor que nos unió debemos tratar de aclarar los malos entendidos y limar asperezas. Nunca me diste la oportunidad de defenderme. Yo fui a tu casa muchas veces, te llamé por teléfono y no respondías.
—Tú no querías aclarar nada, querías reclamarme, recuerdas lo que dijiste en un mensaje por teléfono, yo sí lo recuerdo, me dijiste: ¡Te mataré desgraciada! En ese momento mi madre había tenido una recaída y estaba con ella en el hospital.
—