—¿Qué esperas para atender al abogado?
El tono de voz de ella no le agradó mucho y le respondió de mala manera.
—¡Tú no eres nadie para darme órdenes!,nada más eres una gata que yo contraté por esposa y nada más.No hagas que pierda mi paciencia y te eche a la calle.
—¡No me digas!,así sea en papel,soy tu esposa y de aquí no me voy,intenta sacarme y veremos de a cómo nos toca—El rostro de ella se encimó al del joven,que todavía no se quitaba el tutú y se veía gracioso vestido de bailarina.
En un impulso Eduardo la levantó cómo a una pluma,se la colocó en el hombro y la metió a su habitación,ella lo golpeaba en los hombros y la espalda.
—¡Bájame idiota!
—Acabas de decir que soy tu marido y voy a cobrar ese derecho,dijo lanzandola a la cama.
Las lágrimas de ella corrían copiosamente mientras Eduardo la besaba y la acariciaba.
—¡Suéltame!,todos los Bustamante son unos Malditos.
-¿Quién te crees para insultar a mi familia?,no estás a mi altura,yo te recogí de la calle.- Dijo mien