El intercambio.

—¿Se siente bien señorita?—preguntó José 

—Si, solo tengo un poco dolor de cabeza—mintió Catalina—al caminar se me pasa, estaré bien, no se preocupe.

Luego tomó rumbo a la colina, caminó de forma lenta, disimulando su preocupación, llegando al límite del bosque, recorrió en busca de una entrada para llegar a la cantera. La suerte la estaba acompañando, miró hacia el lugar del guardia para poder introducirse en el bosque sin ser vista. Al mirar hacia el lugar de donde se encontraba el hombre vigilando; este estaba observando hacia la planicie, y ella corrió por entre los árboles a toda prisa, continuó corriendo, rogando que Gabriel no lastime a Julián. Corria llena de miedo, pero con la fuerte convicción de entregar su vida por la de Julián.

—Julián—dijo Bastián interrumpiendo en la oficina—ando en busca de Catalina, los guardias dicen que la vieron cerca del bosque caminando, y don José dice que la vio en el establo, estaba

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