Nathan
Regresé más tarde al bar rogando encontrar al dueño. Cuando me metí, vi a Victoria sirviéndole un trago a una mujer que iba vestida formalmente y parecía ser adinerada, pues su bolso sobre la barra era jodidamente costoso porque era de una marca original.
—Oh, has regresado para dejar tu currículum —sonrió.
—Sí. ¿Está el dueño o no?
—Sígueme —dijo y empezó a caminar. Rodeó la barra y entró por una puerta marrón de madera, donde había un largo pasillo—. La oficina está por aquí. Le dije que estabas interesado en tomar un empelo aquí y me ha dicho que, cuando llegaras, que pasaras. Tienes suerte. Está de buen humor hoy.
Victoria golpeó la puerta y un hombre le dijo que podía pasar. Ella se asomó por la puerta y le dijo