En los brazos del Esposo de mi hermana.
En los brazos del Esposo de mi hermana.
Por: Xinova Escritora
CAPÍTULO 1. RIVALIDAD IMPUESTA

Con la suave iluminación de las lámparas colgantes en la cafetería, Amber esperaba con paciencia a su hermana, habían acordado encontrarse en aquel pequeño e íntimo lugar en donde solían charlar. Llevaban un mes sin verse, después de la magnífica boda de Amber, con el hombre que sus padres habían elegido para ella, finalmente se reunieron para charlar sobre sus vidas.

El delicioso aroma a café recién molido se desbordaba en el ambiente. Cuando Amy llegó, Amber ni siquiera se molestó en voltear hacia la puerta, pues el fuerte chasquido de los tacones de su hermana al andar, le anunciaron su llegada. Siempre le gustaba llamar la atención.

La chica escaneó el lugar con cautela. Amber estaba sentada en una esquina como siempre, sus ojos verdes nerviosos se encontraron con los de su hermana gemela, cuando esta se acercó. Luego de un abrazo relativamente corto y frío, sellaron su reencuentro.

—Parece que el matrimonio te ha sentado muy bien, te ves con más color y creo que hasta con unos kilos de más. —Ladeó los labios para luego retirarse su abrigo.

Amber inhaló profundo y bebió un sorbo del capuchino que tenía sobre la pequeña mesa de madera.

—También me da gusto verte —murmuró bajito y desvió su mirada hacia el cristal, para ver la llovizna.

—Jamás me imaginé que se tomaran tanto tiempo en su luna miel, “casi un mes, me parece un sueño”—, deseo que me cuentes los detalles de tu viaje, ¿qué tal tu noche de bodas?  —esbozó una sonrisa torcida.

Amber fingió sonreír lo mejor que pudo.

—Estuvo bien. ¿Cómo está Jack?, me contó mamá que estuvo enfermo.

—El hombre es un necio, apasionado del trabajo. Ya lo conoces, se negaba a ir al médico, hasta que la fiebre, lo hizo sucumbir, pero ¿a quién no? —se encogió de hombros.

—Pero…, ¿ya está bien?, ¿se recuperó del todo? —cuestionó sintiendo una presión en su pecho.

— ¡Ay! adoro ver como te preocupas por mi marido. Estoy segura que serás una gran esposa para Jacob. —Colocó su mano sobre la de ella—. Está tan recuperado que se fue a Washington por negocios. —Sujetó la taza que recién le habían llevado.

—Te pedí un espresso —comentó Amber con mayor tranquilidad.

—Siempre estás en todo, Amber, eres el sol de la familia —Amy recargó el codo sobre la mesa, sin quitarle la mirada de encima.

Amber inclinó su rostro, sabía perfectamente que eso era una mentira. Desde que eran niñas, hubo una especie de rivalidad impuesta por sus padres —Siempre buscando quién era la mejor— En comparación con Amy, ella siempre había sido el patito feo, pues su hermana siempre había destacado por su inteligencia y destreza para los negocios. Su mente táctica y su perspicacia empresarial la habían vuelto el tesoro de la familia. 

Por esa razón, la unión de hace dos años entre Jack y Amy había sido otro negocio más. Sus padres la habían presionado, ya que el señor Fóster había sufrido un infarto, luego de estar en serios aprietos, por un “misterioso desfalco”, necesitaba con urgencia que alguien los ayudara a evitar la ruina. Quien mejor que su mayor orgullo para ser la esposa de un importante CEO, dejó fuera los sentimientos, los cuales no cabían en las negociaciones. Por suerte Jack, era un buen partido, que buscaba consolidarse en Nueva York, por lo que también le vino bien contraer nupcias con ella y tener carta libre dentro de los negocios de la familia.

—No has respondido la pregunta que te hice, ¿qué tal tu primera noche con Jacob? —cumplió con las expectativas? —mordió su labio inferior.

Las mejillas de Amber se tiñeron de rosa, al ver a su hermana hacer un ademán, que ella comprendió muy bien. Amy deseaba saber detalles sobre la virilidad de su ahora ‘esposo’.

—No voy a responder a tus preguntas. —Volvió a dar un sorbo a su capuchino—, no tienes porque saber esas cosas, ‘son privadas’.

Amy carcajeó sin poder parar.

—Entre nosotras no existen secretos, ¿qué tiene de malo saberlo? —cuestionó. — ¿Acaso temes que se me antoje acostarme con tu marido? —preguntó curiosa—, voy a recordarte lo que ya sabes: Jack es un hombre de… grandes virtudes. —Separó los dedos índice de ambas manos y enfatizó—, además que es un gran amante. —Mordió su labio inferior—. Así que dime, ¿por qué razón no podrías hablarme de las virtudes de tu marido? 

Para suerte de Amy, más que de Amber, la cafetería se encontraba prácticamente vacía,  por lo que daba el perfecto escenario para que ella preguntara lo que quisiera, pero Amber jamás creyó que llegara a tanto. Por lo que con frecuencia desviaba su mirada.

Amy buscó la mirada verdosa de su hermana. Sabía que algo le estaba ocultando. Intuía que su hermana le ocultaba algo, y deseaba descubrir el misterio que guardaba, pero Amber era como una caja fuerte, que no permitía entrada a sus secretos.

Siempre nos hemos contado todo —Amy intentó que la mirarla, pero no lo logró. — ¿Qué pasa?, ¿te inquieta algo?

— ¿Cómo le hiciste para acostumbrarte a vivir con Jack? —Amber cuestionó evadiendo el tema.

Amy tomó su móvil para contestar un mensaje, antes de responder a la pregunta de su hermana.

—Es cuestión de perspectivas —contestó con simpleza—. Mi matrimonio como el tuyo, solo es una transacción familiar. ¡No lo olvides! Tienes que manejarlo así. Debes tener acuerdos con tu socio, y cada uno seguir con su vida. —Elevó una ceja.

—En estos dos años que llevas de casada, ¿aún no te has enamorado de él? —cuestionó con incredulidad. Jack era un caballero, tenía una sonrisa encantadora, podría describirla como seductora; además que sus charlas eran interesantes, había viajado mucho, era muy culto. Y… atractivo.

Se mofó sin poder evitarlo.

—El amor es para los débiles, nosotras fuimos criadas de forma distinta, ¿acaso ya lo olvidaste?, lo más importante en esta vida es…

—El poder —interrumpió Amber, en ese momento se dio cuenta que su hermana Amy era la viva imagen de su padre, fría, calculadora, parecía no tener corazón, sin embargo ella se sentía atrapada entre la ambición de su familia y sus sentimientos.

—Retomando nuestra conversación, ¿me vas a decir que tal tu vida de casada? —volvió a insistir.

—No muy distinta a la tuya. —Se puso de pie, mirando el reloj—, se me hace tarde, tengo que trabajar. —Se dio la media vuelta, intentando ocultar las lágrimas en su mirada, era verdad, ocultaba algo que le quemaba en su interior. «Había aceptado casarse, pues deseaba poder olvidarse del hombre del que se había enamorado. Era un amor imposible, a pesar de estar muy cerca de él, estaba a años luz de su corazón. Se trataba de Jack Davis, el esposo de su hermana. ¿Qué podía hacer?».

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