Capítulo 2: ¡Ella es una mujerzuela!

Marina llevaba su vestido blanco, y su velo de novia que cubría su rostro, llegó en un auto que Finn rentó para ella.

Marina Hall no tenía familia en esa ciudad, su familia vivía lejos de ella, en la siguiente ciudad, solo le sobrevivía una tía y su hermana menor Leonor. Ella se alejó de la tía apenas pudo, porque era una mujer cruel y despiadada, pero nunca se perdonó por no poder llevarse a Leonor lejos del yugo de esa tía, al ser menor de edad. 

Entró a la iglesia sola completamente, caminó despacio, pudo ver a Finn esperándola con una gran sonrisa, erguido al pie del altar, sonreía, sus ojos brillaban como dos estrellas, ese gesto la conmovió tanto, que sintió que debía hacerlo feliz.

«Juro que a partir de que sea tu esposa, lucharé por amarte y hacerte feliz, Finn, porque tú lo mereces», pensó.

Ella caminó hasta llegar a su lado, él sonrió, la puso a su lado, miraron al sacerdote, quien comenzó la ceremonia.

Marina no pudo evitar mirar de reojo en la primera fila a Demetrius Vicent, se preguntó si él sabía que ella fue la mujer de esa noche, pero no supo la respuesta, miró al altar, y eligió no volver a pensar en eso, quería enterrarlo dentro de su alma para siempre, como un hermoso secreto que no revelaría. 

—Si existe alguien presente que se oponga a la realización de este matrimonio, que hable ahora, o calle para siempre.

De pronto, muchos teléfonos resonaron al mismo tiempo, los presentes miraron en sus pantallas de móvil, comenzaron a murmurar.

«¡Ella es una mujerzuela!» 

«Se metió en la cama con otro hombre antes de la boda, ¡Ella es una zorra!»

Las murmuraciones fueron más evidentes, tanto que el sacerdote les pidió silencio y respeto.

Alana, la madre de Finn, atormentada por no saber lo que ocurría, arrebató el móvil de Sylvia, que estaba justo a su lado, ella no solo era amiga de Marina, sino también de Finn, desde la infancia.

Los ojos de Alana se abrieron enormes.

—¡Marina Hall eres una traidora! —exclamó la mujer con desprecio. 

Ella se estremeció al escuchar la voz de Alana que nunca fue tan cruel con ella.

Demetrius no entendió lo que ocurría, no, hasta que miró el móvil de Sylvia, era un video; ahí se veía a un hombre recostado, con la espalda descubierta, no se le podía ver la cara, al lado estaba Marina Hall desnuda, con el rostro a la vista.

El hombre frunció el ceño, de pronto esa mujer, y ese lugar, incluso ese hombre, todo le pareció tan familiar. Él sostuvo el brazo de Sylvia con fuerzas, la miró directamente a los ojos con rabia.

—Dime, ¿Era ella? —exclamó en voz baja para que solo ella escuchara, Sylvia sintió un escalofrío ante los ojos castaños y feroces de Demetrius Vicent.

—¡¿Qué dices?! ¿A qué te refieres? —exclamó indefensa

—Ayer me enviaste a una prostituta, pero… ¿Acaso era ella…?

—¡¿Qué dices?! ¡Claro que no! —exclamó, ella tocó su rostro, su voz era susurrante, casi seductora, y él la detestó—; Nunca te haría algo así, era una dama de compañía, ni siquiera la conozco, pero era una profesional, no hay nada que temer —aseguró. 

Demetrius respiró aliviado, sin embargo, tenía sus dudas, había algo en esa mujer, además recordó las tenues manchas de sangre en las sábanas blancas, algo estaba mal, su mente se sintió confusa.

—¡¿Cómo pudiste?! ¡Míralo, hijo! —exclamó Alana mostrando aquel video a su hijo menor—. Ve como está mujerzuela te ha engañado, ¿Cómo pudiste, Marina? ¡Yo creía en ti! 

Marina no pudo evitar llorar, quitándose el velo de novia. 

Sylvia le mostró el video a Finn, él observó, sus ojos se volvieron llorosos. Demetrius vio como el dolor rompía a su hermano.

—¡Perdóname, Finn, quise decírtelo! —dijo Marina llorando 

Él hundió la mirada ante sus palabras.

—¡Eres una mujerzuela! —exclamó Sylvia, Marina la miró incrédula, de pronto sintió que la mujer se volvió salvaje contra ella, comenzó a pegarle, rompiendo su vestido, su velo, ella no podía huir, las manos de Demetrius detuvieron a la mujer.

—¡Ya basta, Sylvia! —luego su mirada gélida se volvió contra ella, Marina sintió que no tenía aire para respirar—. ¡Vete, mujer, por lo que resta de vida, no queremos volver a verte!

Ella sintió tanto miedo, corrió tan rápido como pudo, levantando su vestido para no caer, corrió alejándose de todos, escuchó esa voz, era Finn gritando.

—¡Marina! ¡Espera! 

Finn corrió tras ella, persiguiéndola con desesperación.

—¡Demetrius ve por tu hermano! —suplicó Alana 

Finn corrió a alcanzar a Marina, cuando Demetrius logró detenerlo.

—¡Basta! Déjala ir, hay muchas mujeres en el mundo, ¡Ella no vale la pena! —dijo desesperado. 

—¡Cállate! Marina es mi vida, yo la amo, ¡Siempre la amaré! Y ella va a amarme, ¡Y se olvidará de ti!

Demetrius se quedó perplejo al escuchar sus palabras.

—¿Qué has dicho, Finnlay?

—Sí —dijo Finn con una mirada llena de dolor—. Ella te ha amado desde la primera vez que te vio, hace un año, pero tú solo tenías ojos para esa mujer cruel que te abandonó.

Demetrius dio un traspié.

—¡Finnlay, date cuenta, Marina no es una buena mujer!

—¡Es una buena mujer! Es la mujer que yo amo, con la que me casaré, quieran o no, la amo, ¡Aléjate de nosotros, no te interpongas, no te quiero cerca! No quiero que ella me deje por ti.

Finn se desprendió de su agarre, y fue tras ella.

Demetrius respiró profundo, pero lo siguió, no podía dejar a su único hermano ir tras lo que él consideraba su peor error. 

Finn alcanzó a Marina en una esquina, ella buscaba un taxi, él tomó su mano.

—¡No, Finn! Por favor, déjame ir.

—¡No me importa, Marina! Nada de lo que vi ahí me importa, eso es el pasado, este es nuestro presente, ¡Cásate conmigo! ¡Yo te amo!

—¡No puedo, Finn! —dijo sollozando—. Sabes que quería hacerte feliz, pero, no puedo, mira lo que hice, arruiné tu reputación y la mía.

—¡Marina, no me importa lo que digan los demás! Olvídalos, solo somos tú y yo, por favor.

Ella acunó su rostro, sollozaba.

—Finn, te adoro, eres la persona más buena de este planeta, pero, no puedo, no te amo, y aunque una parte de mí te quiera mucho, no puedo seguir arruinando tu vida, como ya arruiné mi vida, ¡Perdóname!

Ella intentó irse, pero él la sostuvo.

—¡No me dejes, Marina! Esto se va a solucionar, no te vayas, entonces, solo quédate, volvamos a empezar, si no quieres casarte, está bien, solo quédate a mi lado, me conformó incluso con un poquito de tu amor.

Las lágrimas rebotaron por el rostro de Marina, atormentada por sus palabras.

—¡Basta, Finn! No le ruegues a esta mujer, ella no lo merece —dijo Demetrius enfurecido. 

Marina se asustó, dio un paso atrás, pero Finn aún la sostuvo de la mano.

—¡Lárgate, Demetrius! No eres nadie para mí, nunca has sido un buen hermano, te fuiste por años, no vengas a ser el buen hermano.

Finn empujó a Demetrius, y él lo sostuvo del cuello de la camisa con rabia.

—¡Reacciona! No debes mendigar amor a una mujerzuela.

Finn no soportó que la llamará de ese modo, le dio un golpe en la mejilla, alcanzando su nariz, Demetrius observó la sangre en su nariz, él se lo devolvió enseguida, estaban en una acera, terminó empujando a su hermano hacia la calle, que no estaba transitada por ningún auto, excepto al fondo, donde había un auto a punto de irse, pero con suficiente espacio para seguir su camino con libertad. 

Marina se atravesó entre los dos.

—¡Mejor quítate! Mira lo que has hecho, mujer, ¡Dos hermanos pelean por ti! —dijo Demetrius mirándola con ojos ensombrecidos, haciéndola sentir pavor. 

—¡Por favor! —exclamó llorando—. Me iré, pero no peleen.

Demetrius recobró la calma perdida, asintió despacio.

—Marina tiene razón, Finn, ella ya ha dicho que quiere irse, déjala ir, por favor.

—¡Marina! 

Ella negó, retrocedió. Fin caminó de un lado a otro, se veía desesperado, miró el asfalto de la calle.

—Adiós, Finn.

—¡Marina, no me dejes! —exclamó con dolor

—Vete, Marina, es lo mejor para todos —dijo Demetrius, ella dio media vuelta, de pronto escuchó el rechinido de las llantas de un auto.

El grito de Demetrius la sobresaltó.

—¡Finnlay! —chilló asustado.

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