En el limbo.
En el limbo.
Por: RadioDemon
Capitulo 1

Una sensación de vació tan puro que casi dudaba de estar vivo invadió todo su ser, por un momento las emociones lograron apagarse por completo y su respiración, se cortó. El dolor que en su momento había sido tan insoportable y desgarrador provocandole quejarse tan alto que hasta que sus pulmones se quedaran sin aire ahora era nada más que la misma nada. El olfato, el tacto y sus sentidos en general parecían haberse quedado dormidos. Aunque tenía miedo no era que pudiese hacer mucho, casi juraría que estaba atrapado en su propio cuerpo, convirtiéndolo en su jaula.

Escuchaba pero no sabía donde estaba pues el ruido se intensificaba. Lentamente logró divisar algunos individuos entre la vaga visión y escuchar múltiples voces en un bullcio que hacía estática en su cabeza, fue ahí donde logró recobrar el sentido de la vista para dar consigo a un montón de personas quienes parecían estar observándolo con una actitud no muy agradable e incluso parecían dirigirse a él con tonos despreciativos, o no lo sabía pues los colores eran tan difuminados que no lograba sacarles algún tipo de lógica.

— ¿Dónde estoy?—Preguntó pero no escuchó mucho mas que una estruendosa voz espetando que se quedase callado. Su cabeza daba vueltas y aunque no estaba del todo consciente casi podía jurar que las palabras comenzaban a tener sentido.

Intentando recuperar la posición de lo que recordaba estar de pie intentó levantarse aunque fue bastante torpe en ese acto pues tan pronto como se levantaría caería escuchando un fuerte ruido de metal pesado.

En ese momento se dio cuenta de que estaba probablemente encadenado o en alguna especie de jaula aunque para él eso no fuese ello lo más aterrador; fue el hecho de que sus pies no estaban ahí y en su lugar parecía tener consigo un par de pezuñas parecidas a las de algún tipo de animal cuyo nombre no lograba recordar.

Apenas observó le heló la sangre por completo pero no tuvo la capacidad para desmayarse aunque creyó que así sería. Tampoco pronunciar palabra alguna aunque sí que sintió su rostro caliente debido a que podía percibir que lloraría en cualquier momento por el miedo que sentía y lo desconocido que era todo para él.

— Oh vamos Jasper, no me digas que vas a llorar ahora.—

Una voz bastante horrible e indescriptible se acercó a él y justo cuando se volteó a ver a aquella criatura que le hablabla con total confianza, observó dos ojos rojos asechándolo justamente a los propios del otro lado.

La criatura era extraña, aterradora pero curiosamente tenía aspectos y razgos humanos. Casi podía jurar que medía más de dos metros de altura, su cuerpo era largo, deglado y poseía diversos dientes con puntas afiladas parecidas a cuchillos, sus ojos parecían a diferencia de los demás haber sido cocidos de los extremos donde sobresalían dos partes de pupulas dilatadas. Su lengua era larga en cada desgolse de palabras que pronunciaba parecida a la de alguna serpiente y extravagantemente poseía lo que parecía un traje que quedaba a juego con sus colores apagados de colores negros. Las extremidades de sus brazos y piez al igual que sus ojos antes mencionados, parecían haber sido cocidos y en su cabeza, poseía lo que parecía ser un sombrero de tonalidad negra que al igual que el resto de su cuerpo, parecía cocido, como algún muñeco vudú. Era el único que poseía ese aspecto.

Sus afiladas garras parecían hacer contacto con la jaula que lo tenía prisionero dando toques en el hierro hueco y frío como si se tratase de alguna especie de juego, en ese punto fue ahí cuando el hombre se hizo hacia a trás con fuerza como reacción, golpeando su espalda contra los barrotes. 

— Bienvenido, parece que ya despertaste por completo.— Habló aquel hombre sin ningún tipo de preocupación.

Las preguntas se acumulaban pero de la boca de aquel hombre no salía nada más que estas preguntas sintiendo que se quebraría en cualquier momento.

—Realmente me sorprende que ustedes jamás se den cuenta de lo que pasa con su cuerpos. —Soltó una carcajada bastante audible en el lugar, misma que parecieron seguir sus súbditos. Has muerto con la inútil edad de 30 años. Las drogas y el alcohol te iban a matar algún día, lo sabías pero aún asi, pensaste que erás inmune a ese tipo de sustancias ¿Verdad?— Continuó hablando el contrario.

Jasper abrió los ojos de par en par sin entender lo que estaba pasando y el porque sabía de él, de su nombre y de todo en general.

Volvió a carcajear.

— Esa es la mejor parte, ver sus rostros sorprendidos de donde están como si fuese lo más sorprendente del mundo es bastante excitante.— Su voz parecía desgarrarse del gusto al unisón de sus palabras— Ahora callate un momento, necesito terminar con esto.— Golpeó los barrotes con sus afiladas garras otorgandole una mirada de lo más aterradora, sus pupilas dilatadas le daban un aspecto horrendo. —Vamos a comenzar—

De un chasquido apareció una lista en una de sus manos, esta misma parecía un viejo pergamino de tonos viejos descrito con tinta roja. Como esos pergaminos que te pone de ejemplo el maestro de historia en algunas de esas clases que nadie jamás atiende.

— Jasper Kennedy , 30 años. ¿Eres tú, no?— Comenzó a hablar de forma sárcastica sabiendo exactamente que era él en medio de toda la multitud que ahora ya estaban bastante claros.

En un mural estaban seres que resplandecían, con alas aluzadas y bastante cálidas, parecían verlo con cierta lástima aunque también podía percibir una pizca extraña; el  miedo. Algunos estaban hablando entre ellos mismos con cierta desaprobación al verle a los ojos pero la mayoría simplelemte deseaba sacarlo de ahí lo antes posible.

En el otro extremo se encontraban seres de tonalidades negras, rojizas y con un par de astas en la parte superior de sus rostros ¿Eran algo así como cuernos? Podría ser, todos con diversas formas y colores claro como si fueran una replica del que había visto antes también poseían afilados dientes y seños no muy amigables también observándolo. Podía observar sus lenguas vípedas salir de vez en cuando, como si disfrutaran de aquel momento de sufrimiento.

Era como una típica pintura que había visto entre ángeles y demonios en las iglesias cuando era pequeño y entraba con su abuela a mirar estas debido a que lo llenaban de curiosidad, con la ligera diferencia de que no estaban discutiendo entre ellos y no parecían odiarse. Por un momento, pensó que quíza estaba bastante drogado por ello estaba teniendo estas alucinaciones ya que había tenido algunas parecidas antes, pero a diferencia de esto se sentía bastante real; tenía miedo y solo quería irse a casa.

El miedo le invadía en todo su cuerpo, pero no podía moverse.

— Bueno no hay mucho que decir de él señores, un simple drogadicto alcohólico. No hay aspiraciones ni sueños realizados, tampoco algún historial de buenas acciones que me permitan discutir con los sus ¿Ángeles?... —Señaló a un par de ángeles que desviaron la vista cuando escucharon su voz. Parecían estar molestos.

Jasper tomo con fuerza los barrotes. ¿Acaso estaban describiendo su vida en ese papel? ¿Cómo demonios había sacado esa información? ¿Acaso estaba realmente muerto como él lo había dicho?

—Creo que no les haré perder demasiado tiempo en este jurado hoy ¿Por qué no me lo dan de una vez? Es otra simple alma perdida y es mía— Les negoció mientras arrugaba el papel entre sus garras.

Uno de los seres resplandecientes se levantó del lugar y miró a todos los presentes para después dar unos pasos frente al chico de voz aterradora que ahora podía describir como un hombre vestido a traje negro, cabello con mezcla de blancos y negro, ojos amarillos. Sus dientes parecían puntiagudos y las mangas de su ropa de colores negro y blanco, como si esto fuese parte de su vestimenta por completo. También pudo divisar una larga cola parecida a algún reptil moviéndose gracial entre aquella corte con un tono negro en la punta de esta.

¿Qué cosa era eso?

— No veo porque no puedas llevártelo, Bael realmente no puedo defender demasiado ante alguien que hizo demasiado daño en la vida— Y evidentemente estaban hablando de Jasper.

Al escuchar eso, el chico negro-blanco parecía estar conforme con su cometido y de un chasquido, bajo la jaula al suelo, dejando caer el cuerpo que estaba adentro con fuerza. Sin darle posibilidad a responder, sintió como se caía a un abismo pues el suelo lo había succionado provocando que un grito desesperado proviniera de este mismo ante el miedo y la sensación que este le habían ocasionado.

La decisión se había tomado sin ninguna oposición ante la vida de Jasper. 

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