No sé cuantas horas llevo abrazada a Iván en este sofá, lo único que sé es que él ha comprendido a la perfección que en estos momentos que él tan solo me abrace y me diga que todo estará bien —¿Tienes sueño hermosa? — me pregunta en un susurro y deposita un tierno beso en mi cabello.
—Si…— admito y si bien sé que en estos momentos debería sentirme feliz porque voy a ser mamá, sigo sintiendo culpa de todo esto que me está ocurriendo.
—¿Por qué no te vas a acostar y yo te preparo algo de cenar y te lo llevo a la cama? — me propone y asiento.
—¿Una sopa? — negocio.
—¿Quieres sopa?