Indicios de un recuerdo

—Anel, permiso —me dice Dukensy parada en la entrada de la sala de juntas donde llevo rato reunida con un cliente y su abogado.

—Dime —le insto a hablar.

—Tienes una llamda de tu esposo en línea —me advierte.

Dudé en tomar o no la llamada, sin embargo, como es rara la ocasión que Azael me llama a los teléfonos de la empresa, decidí contestar.

—Discúlpenme unos segundos —me excusé y salí hacía la recepción.

—Pierda cuidado —me contestó uno de los presentes.

Sin titubear, al llegar al escritorio de Dukensy tomé la llamada.

—Hola —le saludo.

—Amor, te estuve llamando a tu móvil —me informa.

—Estoy en medio de una junta con un cliente, por eso no lo cargo encima—, le advierto.

—Ohm, ya —guarda silencio por unos segundos&md

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