Emely observa con terror y dolor como el rostro de su hermano se torna rojo, a causa del llanto, mientras éste mantiene sus ojos puestos en ella y niega con la cabeza, negándose a creer lo que le ha dicho. Desesperada, gira el rostro en dirección a su padre, quien observa con angustia al menor, y en un intento por apaciguar las cosas, decide intervenir.
—Matty, lo que tú madre dijo…
—Lo que yo dije, ¿qué? —contesta Eleanor, saliendo de la casa junto a sus otras dos hijas, quienes también tienen lágrimas rodando s