El rubor me recorrió por completo. Sabía que no promesa, su sonrisa me da a entender que no bromea y aunque dude, no me atrevería a levantar las sábanas para estar segura. No quiero llevarme… sorpresas. Respiro profundo e intento no sucumbir al placer que mi mente me hace recordar cada encuentro sexual que hemos tenido.
— Dormiré con Asher también.
— Amo a mi hijo, nena. Lo sabes. Pero, estoy herido — dice Alessandro con una mirada de perro regañado — ¿Qué pasa si me lastima? Puedo ser fuerte, pero, ahora soy un paciente que solo quiere tener una buena noche.
— ¿Y para eso necesitas quitarte la ropa?
— Sí, es para estar más cómodo — murmura Alessandro y yo respiro profundo.
— Buenas noches, Alessandro. Iré a dormir con Lu y Asher, entonces — digo girando mi cuerpo.
— Pero, ¿Qué pasará conmigo?
— No tengo idea. Llamaré a tu mamá para que te atienda — digo huyendo hacia la sala.
— No creo que sea buena idea — escucho decir a Gabriela.
— Claro que lo es. Kim es demasiado lenta, ¿no lo ha