Paola, aún riendo, corrió tras él, sintiéndose un desastre con el helado derramado sobre ella. Finalmente, lo alcanzó.
—Por lo que acabas de hacer, me debes al menos cuatro helados más —dijo ella, intentando sonar seria.
Michael se rió y se encogió de hombros.
—No tengo dinero —bromeó.
—¡Mentiroso!