Inmediatamente se puso de pie y, cuando intentó huir, Paola lo agarró del brazo. Nathalia ya había terminado de desatarla.
Dereck se colocó cuidadosamente en medio de sus hijos y miró a Lord Douglas con ira.
—Escuché todo lo que dijiste —dijo con voz firme.
Lord Douglas, presa del pánico, se arrodilló y se inclinó ante él.
—Lo siento mucho, por favor, perdóname. Solo soy un viejo tonto —suplicó.
Paola, al intuir que Dereck tomaría represalias contra los dos ancianos, decidió sacar a los niños de la casa, dejándolo a solas con Nathalia y Lord Douglas.
—No solo querías verme muerto, sino que además planeabas desterrar a mi esposa de La Ciudad —añadió Dereck con dureza.
Nathalia también cayó de rodillas junto a Lord Douglas y tomó su mano con desesperación.
—Hemos pecado. Por favor, perdónanos —rogó.
Sin inmutarse, Dereck llamó a Irvin y le ordenó que viniera con los soldados. Luego se sentó, esperando su llegada.
—Sé que estás a punto de matarnos, pero por favor, no lo hagas. ¡Dereck, p