Dereck suspiró suavemente mientras se incorporaba, dejando sus piernas colgando al borde de la cama, sus pies tocando el suelo frío.
—¿Desde cuándo estoy durmiendo? —preguntó con la voz aún ronca.
—Erm… hoy es sábado y son las 4:00 p. m., señor —respondió Elva, de pie junto a la puerta, con una expresión mezcla de dulzura e inocencia bien ensayada.
Dereck parpadeó, atónito. No podía creer que había dormido tanto.
—¿Pasó algo entre nosotros mientras estaba inconsciente? —su tono era mitad curiosidad, mitad sospecha.
—No, señor —respondió Elva, con una sonrisa inocente—. Nunca me aprovecharía de usted, por ningún motivo. Además, no estoy tan desesperada… señor.
—Lo sé —murmuró Dereck, aunque no estaba del todo convencido—. Me refiero a… ¿tal vez hice algo sin darme cuenta? ¿Me impuse a ti mientras dormía?
—No, señor. No lo hizo —repitió ella, moviendo la cabeza suavemente—. Estuvo dormido todo el tiempo. Creo que simplemente su cuerpo necesitaba descansar.
—Está bien… —suspiró Dereck, b