53. La negativa de Serli
La figura, que no era otra que Serli, miró fijamente a Alan. Sus ojos normalmente amables ahora estaban llenos de ira, mezclada con un profundo dolor. Se paró derecho en la puerta de la habitación, su pecho subía y bajaba para contener las emociones que estaban a punto de explotar.
Alan sabía que ahora era un momento que no podía evitarse. Había estado considerando esta posibilidad desde que Sandra y su hijo llegaron a casa. Pero aún así, la mirada de Serli era como un cuchillo que atravesaba el corazón, no por amor, sino por la venganza escondida detrás de una máscara de lealtad.
El hombre respiró hondo, fortaleció su pecho antes de finalmente decir: "¿Qué pasa, Serli?".
Su tono frío hizo que Serli se estremeciera. No esperaba que Alan estuviera tan tranquilo en medio de la tormenta que azotaba su corazón.
“¿Qué dijiste, Alan?” espetó, con la voz quebrada. "Llegaste a casa con Sandra y su hijo. ¿Por qué deberías ser tú quien se ocupara de ello? ¿Por qué no su marido? ¡¿Por qué deberí