Mundo de ficçãoIniciar sessãoKilian se encontraba dentro de su oficina, sentado como de costumbre detrás de su escritorio. Revisando documentos de ventas del mes pasado, mientras su asistente estaba semidesnuda sentada en sus piernas, encargándose de ella misma auto penetrarse, mientras él seguía con su trabajo.
Las piernas de Ariana; su secretaria, tiemblan debido a que ya no sentía las fuerzas para continuar en esta postura, pero no podía quejarse mientras él estaba concentrado en su trabajo. Da un sentón más y grita escandalosamente, provocando que su jefe la mire de mala forma. —Ariana ya te he dicho que no seas ruidosa, me molesta. —Lo siento Kilian. Ella responde en una voz excitada, se aferra a sus hombros y empina sus piernas cuando siente que él se ha venido dentro de ella. Admira el rostro de su jefe y suspira enamorada, se acerca lentamente con la intención de alguna vez, poder probar esos labios, pero él esquiva notando su intención. —Ya te he dicho que no me gustan los besos. —Lo siento, lo olvidé por un segundo. Él no responde y prosigue revisando todos los documentos que ella había dejado encima de su escritorio, antes de subirse la falda; dejando ver que no trae nada abajo. Para luego sacar un condón de su cajón y ponerlo, ansiosa se había subido sobre él, empezando a saltar cuando se ha acostumbrado a su tamaño. Ella aún no se baja de sus piernas, se había quedado apoyada en sus hombros, mientras recuperar el aire y las fuerzas en sus piernas. Le permite quedarse así un rato más, porque ha sido obediente, en cuanto él le pidió los documentos de ventas y que de paso viniera lista, porque tenía ganas de coger. Ella había llegado con su mini falda, lista y mojada para que solo fuera cuestión de llegar y meterla. —¿Dónde está los puntos de ventas de Indonesia? —¿No los traje? — el silencio de Kilian es una clara respuesta, aparte de saber su molestia. —Lo siento, voy por ellos. Ariana se apresura a bajarse para ir en busca del papel que faltaba, le da la espalda a Kilian y él observa sus nalgas. Ella siente el ardiente contacto de cuando la mano de él, se estrelló contra su nalga derecha. Grita sorprendida y sonríe con picardía, baja su falda antes de salir con prisa. Kilian suspira aburrido, mira sus pantalones y guarda su pene ya flácido. Vuelve a fijar su vista en los papeles y toma el papel de Italia. Inevitablemente no puede evitar recordar a la mujer de esa noche, esa extraña que se había atrevido a besarlo, al punto de ponerlo duro de nuevo. Suspira pesadamente cuando recuerda cómo ella había meneado su cola esperando a que él se la cogiera por detrás. Sonríe inconsciente, jamás le ha gustado la idea de volverse a acostar con alguien que ya pasó por su cama, pero esta extraña no salía de su cabeza. Cada que la recordaba su pene despertaba listo para cogérsela, sabiendo que no era posible. Vuelve a mirar sus pantalones y ahí estaba, duro nuevamente, de pensar en esa mujer. Era una locura que en un principio se hubiera visto tan tímida, pero en la cama se volviera tan fiera pidiendo que la devoren. —Aquí está, se había quedado en la maquina impresora. Ariana entró con la hoja faltante, la deja sobre el escritorio y da un paso atrás, para salir. —Alto ahí— la voz gruesa y excitada de Kilian le eriza la piel. —Estoy duro, ven y chúpalo. Ella no dice nada, camina en silencio se interpone entre el escritorio y él, se arrodilla y desabrocha el cinturón, liberando su miembro duro y goteante. Ella deja su cabello detrás de sus orejas y agarra el pedazo de carne para llevárselo a la boca. El celular de Kilian suena y él lo toma, se trataba de su padre y ya se podía imaginar qué es lo que iba a decirle. —Chúpalo bien, zorra— lleva su mano izquierda a la cabeza de Ariana y la empuja para que llegue más abajo. Ariana gime con el pene en su boca, la forma en que le ha hablado y llamado la ha excitado. Deleitada por su rudeza, lleva sus dedos dentro de la falda, para estimular su clítoris, así ella igualmente disfrutar de esto. —Papá. —¡Kilian Novoa! ¡¿Hasta cuán tengo que ver noticias tuyas?! Él gruñe ante la buena mamada que Ariana le estaba dando, ahora que estaba al teléfono. —Chica astuta— ella le guiña un ojo. —Buena chica, sigue así. Murmura acariciando su cabeza cuando ella llega más profundo y luego lo saca de su poca haciendo un provocativo sonido. —¡Kilian Novoa, te estoy hablando! —Ya te oí ¿Qué quieres que haga? No puedo privarme de mi libertad, solo porque la prensa anda detrás de mí. —¿Qué espero dices? ¡Espero a que mi hijo que está por cumplir treinta, asiente cabeza! ¡Que se case y tenga hijos! ¡Eso espero! —¿Qué me case? ¿Hijos? ¿Te enloqueciste? No amarraré mi vida con nadie. —¡Maldito mocoso, me vas a matar con todo el escándalo que veo de ti cada viernes! —Papá, relájate. Mientras la compañía se mantenga, todo está bien. —Escúchame bien, Kilian. Espero y aconductes tu vida, porque no vas a dejar por el suelo el apellido Novoa. —Papá. —Mañana vamos hablar muy bien de esto, pero definitivamente se acabó. Su padre colgó dejándolo con la duda en el aire ¿Mañana iban hablar de qué? Su buen humor se esfumó y quitó a Ariana de sus pantalones. —¿Qué pasó? Ella se acercó sutilmente a sus espaldas, apoyó sus manos sobre sus hombros, los apretó levemente al sentir la tensión en ellos. —Nada, solo es mi padre. Ella sabe perfectamente que él señor Antonio ha persistido en que su hijo ya deja la vida de mujeriego, busque una esposa y tenga una familia. Ariana también estaba de acuerdo, pero con un objetivo diferente y claro, ser ella la esposa de Kilian. Ha estado enamorada de él, desde el momento en el que empezó a trabajar para él, desde que lo conoció ya sabía de su pésima fama, pero eso no la detuvo. Su amor incrementó cuando por primera vez él le confesó que le gustaría cogérsela contra su escritorio, porque sus faldas lo provocaban. Desde un inicio ella las había usado, no para llamar su atención, sino que realmente amaba usar faldas, pero luego de su confesión las empezó a usar aún más cortas para tentarlo. Desde ahí su vida sexual se había vuelto algo de cada día. Algo que alimentaba las esperanzas de Ariana, esperando a que Kilian se dé cuenta de la exclusividad que él le ha dado, porque solo ella ha podido acostarse con su jefe más de una vez y sus aventuras de los viernes, se pierden para siempre una vez el calendario marca que es sábado. —Sabes que no podrás quitártelo de encima, deberías escucharlo. —¿Qué m****a estás diciendo? Pregunta girándose con agresividad. —No te enojes, solo digo que, si busca a la persona ideal, verás que no es tan malo. —No me voy a casar y menos tendré hijos. —Kilian, puedes encontrar a alguien con quién entenderte a la perfección. Además, esa persona te podría apoyar en todo momento, no sabes de lo que te estás privando y. —¿Y qué? ¿Esa persona eres tú? — pregunta en modo de burla y ella se sonroja. —Ya te he dicho que no cruces a los sentimientos Ariana, o nuestro encuentro casual llegó a su fin, así como tu trabajo aquí. Ella reprime su dolor y sonríe cómo siempre lo ha hecho. —No me refería a mí, perdón si hablé de más— inhala profundamente y arregla su ropa. —Me retiraré. Él no dice nada, vuelve a tomar asiento cuándo ella se retira. Niega con desaprobación, no quiere ni pensar en eso de ser un esposo de familia y padre, cuando cientos de mujeres esperan porque él las voltee a mirar. Decide dejar de lado el tema, se enfoca de nuevo en su trabajo, nada es más que importante que esto ahora mismo. El amor era algo totalmente pasajero y aburrido, despertar con la misma persona siempre, estar atado y escuchar quejas, no, esa no es la vida que quiere. (….) Rachel estaba en su cama y sus amigas estaba de pie frente a su cama, procesando lo que acaba de oír y sinceramente esperaban a haber escuchado mal, porque esa no podía ser la realidad. —Dime que oí mal— le pide Dalia. —¿Entonces salimos de Samuel, para entrar en un mujeriego y egocentrista como Kilian Novoa? — interpela Lola, aún sin creer lo que su amiga le ha dicho. —No lo digas como si él y yo tuviéramos algo. —Amiga no puedo creer que, de todos los hombres en Italia, te acostaste con Kilian— Dalia le dice con pesar. —No creo que se haga responsable, de lo único que se sabe que es responsable es de su trabajo, nada más. —He visto las noticias, pero ¿Tan malo es? —Solo piensa en sí mismo Rachel, lo conocí una vez. Tuve algo con su mejor amigo hace mucho tiempo, y un día me invitó a una fiesta en casa de Kilian, me lo presentó y él solo se regodeaba de ser el centro de atención de las mujeres. Comenta Lola recordando esa fiesta de hace tres años. —¿Saliste con su mejor amigo? — indaga Dalia indignada de no saber esa parte de su vida. —Si, ese era otro idiota, pero el tema aquí es que no vale la pena Rachel. —A ver, aun así debo decirle que estoy embarazada, este niño no lo hice sola, ahora si él no desea hacerse responsable, lo demandaré, así de fácil. —No te lo recomiendo— vuelve hablar Lola. —Su abogado es su mejor amigo, harán todo lo posible para salir invictos y Kevin no juega limpio, podría arruinar tu imagen para que nadie te crea. Rachel maldice, al parecer se había acostado con una escoria de lo peor, pero no podía quedarse callada, debía hacerle saber a ese idiota mujeriego que estaba embarazada y si él se negaba, ella emprendería una lucha sola en su nueva vida. —Aun así se lo diré. Lola y Dalia niegan en desacuerdo. —¿Sabes dónde vive Lola? —Pues si aún vive en la misma casa, sí. De no ser así, ahí ya no podré colaborarte. —Dame la dirección, iré mañana. —¿Sola? — pregunta Dalia. —Estaré bien, sé que es una escoria, pero tampoco creo que me haga daño. —Opino que por tus mareos no debes andar sola. —Concuerdo con Dalia. Rachel sonríe por su preocupación, pero a la vez se siente asfixiada de que sus amigas y su padre pretendan estar encima de ella para saber cada segundo, su estado. —Oigan, tranquilícense, yo les iré avisando. Sus dos amigas se ven inseguras, pero entienden que Rachel que siempre ha sido tan independiente, ahora sea seguida a todos lados, es algo que la aburrirá y estresará. No les quedaba de otra, debían darle su espacio y de a poco ir siendo más presente en su vida para no asfixiarla de un golpe. Ellas se despiden y dejan fruta picada en la mesita de al lado, antes de marcharse. Rachel mira su vientre y aún le es extraño acostumbrarse a esto, toma su celular al escuchar que llegan mensajes. Eran de su madre cuestionando por qué no ha ido a verla y es que en esta situación no se había animado en salir de la casa. Los constantes pensamientos de cómo iba a ser de madre, si realmente lo hará bien, ¿Cometerá muchos errores? ¿Estará preparada mentalmente para lo que se viene? El miedo la arrincona cada noche, pero gracias a su padre y los constantes mensajes de sus amigas, ella logra salir de esa oscuridad cada que cae. De un número desconocido llega un mensaje. “Rachel ha pasado un tiempo, te he dado tu espacio para que puedas pensar con más claridad. Así que creo que es tiempo de que nos veamos y hablemos, no dejemos que nuestro amor se apague así” No tenía que ser adivina para saber de quién se trataba, ella bloqueó ese número y tomo su plato lleno de frutas. Ahora debía pensar en mañana, ¿Cómo iba hablar con este hombre? ¿De verdad se iba a comportar como un patán al saber la verdad?






