La comida llega, los meseros dejan todo sobre la mesa y se retiran. Toman los cubiertos y proceden a cortar la carne en sus platos, el silencio vuelve a estar presente. Por lo que Lola ve, Kevin no tenía prisa por hablar, no sabe qué se trae entre manos, pero su calma no le da buena espina.
Rachel no había hecho otro trato con él ¿Cierto?
Por más que insistiera en que abordaran el tema de una vez por todas, él guardaba silencio, dejando en claro que no hablarían por ahora. Había llegado a la determinación que, si de aquí a que acaben la comida, Kevin no ha soltado ni una mísera palabra, ella se iba a marchar de ahí.
Dejó que la comida transcurriera con calma, hasta el punto que ambos terminaron su contenido. Los platos fueron retirados, en su lugar dejaron de postre tiramisú y una taza de café para él y para ella una infusión de mentas.
Incluso se acordaba de esto, Lola amaba el tiramisú y la infusión de mentas es la que más amaba.
—Se que estás desesperada por saber qué quiero hablar