Una vez que Lucero se cansó de maldecir, intentó poner la sonrisa más amable posible.
-Pequeña...
-Alya.
-Alya, mira como ya aclaramos que no hay nada malo. ¿Podrías contactarlos y detener el asalto? Sinceramente, no quiero ni pensar en cómo reaccionarían los vejestorios si ocurriera.
-La niña levantó una ceja.
-Porque debería.
-Porque soy amigo de tus tíos.
-Tienes pruebas?
-Tú misma las tienes pequeña, el llamado fue por ti, ¿No?
La pequeña sacó la carta del Sacerdote.
-Entonces ya sabes por que te llame.
-En el momento no lo sabía, pero las indicaciones eran claras. Si alguna vez me contactaras, tenía que traerte de inmediato. Puede que mi bestia cuantica haya sido algo brusca pero esa fue la solicitud de tus tios. Dijeron que nunca llamarias amenos que la situación no fuera inevitable.
La niña chasqueó la lengua y frunció el ceño.
Viejo sobre protectores, pero una pequeña sonrisa se formo en sus labios.
Y esta se le contagio a Lucero con cariño por ella.
Pequeña Tsundere.
-Pero aho