—Mariana es la nueva en nuestra clínica. Todos podemos presentarnos.
En el departamento, Milena tomó un sorbo de agua, dejó el vaso y miró a Mariana.
Mariana tenía el cabello recogido con una pinza. Llevaba una camisa rosa pálida por dentro y una bata blanca por fuera, un atuendo muy ligero y limpio.
Todos en el departamento aplaudieron para darle la bienvenida, excepto Mauro, quien la miró y dijo:
—El director siempre está metiendo floreros en nuestro departamento. ¿No era suficiente con uno?
Justo cuando terminó de decir eso, la puerta se abrió y Jimena se paró en la entrada.
Mauro miró a Jimena y se frotó las sienes, con un fuerte dolor de cabeza.
¡Un florero ya era suficiente y ahora venía otro! ¿Acaso no tenían un cupo limitado de médicos en su clínica?
Mariana miró a Jimena con calma. Pero la expresión de Jimena no era tan amistosa.
—Según las reglas de nuestro departamento, ¿los nuevos no deberían invitarnos a comer?—preguntó alguien de repente.
—¡Por supuesto, tenemos un n