Mucho después de que Scarlett saliera furiosa de la empresa de Sebastián, sus manos todavía seguían temblando. Arthur tuvo que repetir su pregunta tres veces para que ella reaccionara.
—¿Adónde nos dirigimos ahora, señorita? —Arthur se mostró tan paciente como la primera vez que le había preguntado.
—¡Lo siento! —Scarlett respiró profundamente, peinándose el cabello con los dedos para calmarse—. Déjame... dame un minuto.
Aún faltaban dos horas para su cena con Damian. Podía volver a Silco o quedarse sola durante esas dos horas. Pero Scarlett no quería hacer ninguna de las dos cosas.
No podía evitar que las palabras de Sebastián la afectaran.
Antes, jamás habría dudado de su palabra, incluso cuando él la trataba como a una enemiga. Ese hombre no mentía. ¿Pero ahora? Ya no estaba segura. Había permitido que Ava se le acercara no una, sino dos veces. La honestidad no era lo único que importaba en este juego.
Ni siquiera estaba segura de si su opinión sobre mentir había cambiado. Después d