Punto de vista de Dalma
Mientras caminaba por las calles al anochecer, el frío en el aire no lograba calmar la tormenta que se gestaba en mi interior. Me abrigaba bien con el abrigo, mis tacones golpeaban el pavimento y mi respiración se convertía en jadeos cortos y fríos. Pensaba en lo que Jones podría haber descubierto. Llegué al lugar de siempre: un café con luz tenue que ofrecía privacidad en medio del bullicio de la ciudad.
Encontré a Jones en una mesa de la esquina, con el rostro parcialmente oculto por las sombras. Me senté frente a él, buscando con la mirada alguna señal de buenas noticias.
Pero, como siempre, era un imbécil sin emociones.
—Jones —dije, con voz firme a pesar de la taquicardia—. ¿Qué has encontrado?
Se inclinó hacia mí, con expresión seria e indiferente. —Dalma, tengo una pista. Se sospecha que tu hermana fue acogida por una familia multimillonaria. Puede que la hayan usado como madre sustituta.
—¿Madre sustituta? ¿Para quién?
Jones dudó un instante y continuó