Días después del enfrentamiento, Ciel, Ian y Jordan emprendieron un viaje fuera del campus. Los antiguos textos mencionaban un santuario olvidado, un lugar donde los portadores de la marca del eclipse podían conectarse con la esencia de su poder y aprender los secretos que Azrael había intentado mantener ocultos por siglos.
—Según esto —dijo Ian, desplegando un mapa antiguo y polvoriento—, el santuario está escondido en las montañas al norte. No es un lugar fácil de encontrar. Cada generación marcada debía demostrar valor y discernimiento para llegar hasta aquí.
Jordan frunció el ceño, observando el paisaje que se extendía frente a ellos mientras avanzaban por un sendero estrecho y rocoso.
—Así que Azrael no quiere que lleguemos. Perfecto. Eso significa que todo lo que encontremos aquí será una ventaja. Cada secreto que descubramos nos acerca a derrotarlo.
Ciel caminaba delante, la marca en su muñeca brillando con un tenue resplandor carmesí, guiándola hacia el santuario. A medida que