Capítulo 43
Aunque quería volver a su habitación e intentar hablar con ella, decidió dejarla pensar sola; era una bendición que no hubiera tomado pastillas, aunque él había visto el frasco en la cómoda.
Alessa, por su parte, ya estaba frente al espejo secándose las lágrimas e intentando disimular el enrojecimiento con colirio.
Marco se sorprendió cuando la vio entrar, como siempre con su timidez y timidez. Esta vez no entró de forma provocativa, sino de forma sencilla con su camisón corriente. Su mirada vacilaba cada vez que miraba en su dirección, deteniéndose finalmente a unos centímetros. Permaneció en la cama apoyado en el cabecero con su libro, pero pronto lo dejó sobre la cómoda a su lado.
- Buenas noches, señor...", murmuró inquieto.
- Buenas noches, señorita Marone -dijo, captando su mirada sorprendida mientras le dedicaba una amable sonrisa-.
- ¿Me has llamado Marone? - preguntó confundida, las ganas de llorar volvían con tal intensidad que sentía la nariz caliente.
- C