—¿Qué ocurrió con la tía Alicia, padre? — Belén se hizo la desentendida y fingió preguntar sin comprender.
— No pude aceptar el hecho de que Ana haya muerto y ha causado un alboroto, Así que hice que alguien la encerrara en su habitación. No quise que asustara a los invitados que vinieron a ofrecer sus condolencias — respondió Santiago con suspiro.— La tía Alicia en verdad amaba a Ana y la trataba como su propia hija a pesar de que era adoptada — asintió Belén—. Es normal que no se tome bien su repentina muerte.Al oír eso, Santiago se aclaró la garganta con incomodidad.—Ejem… No hay necesidad de preocuparse por eso. Ella lo aceptará con el tiempo.— Pero… No podemos dejar que la tía Alicia esté así de deprimida. La angustia prolongada puede ser muy mala para su cuerpo. ¿Qué tal si hacemos que el doctor Rodríguez la evalúe?— Es una buena idea — dijo Santiago con una ceja levantada—. ¿Estará dispuesto a venir hasta aquí?