Ana
Entro a la casa, mi cuerpo tiembla, cuando voy a subir las escaleras, mi móvil suena, contesto y cuando escucho a mi asistente del otro lado de la línea me detengo.
—El señor Burj ha llamado, ha informado que no volverá a surtir más los lotes de telas y ha retirado la oferta de la mesa del quinto lote de mercancía.
— ¿Cómo? —mi voz es de histeria. —intento pensar fríamente. — ¿Cómo que no podrá surtirnos más? ¿Qué ha pasado?
—Señora Lombardi, el señor Burj, quiere que haga usted misma una propuesta, no aceptará a nadie en su nombre. —Mierda, doble mierda. Tener que viajar a Abu Dabi y hacer el trato personalmente me ata de manos, no puedo arriesgarme a que