Punto de Vista de Luis
Liberé mi mano que aún estaba en su culo y desabroché mis botones. Mi polla ya se había levantado por todos esos gritos y súplicas de ayuda.
—Te estoy pagando para follarte, y eso es exactamente lo que voy a hacer —gemí, deslizando una mano por su trasero y dentro de su culo.
No estaba seguro de si el sonido melancólico que brotó de ella era un gemido o un lamento. Ella se agitó, sus piernas visiblemente temblando ahora.
—Yo... ya no quiero esto. No quiero tu dinero, ni el sexo. ¡DÉJAME EN PAZ! —Gritó en voz alta.
Argh... Esto se estaba volviendo tan aburrido. Solté mi otra mano de la suya y le bombeé los pechos con ella. Sin embargo, me sorprendió encontrarlos tan planos como un panqueque.
Estaban sentados en su pecho tan relajados como si alguien hubiera pasado una excavadora por encima de ellos.
—¿Qué diablos? ¿Eres madre? —pregunté, mi cara arrugada por la sorpresa.
Ella aprovechó para alejarse de mí con un tirón, dando múltiples pasos hacia atrás. C