Punto de Vista de Elara Vane
Mordí una esquina de mis labios con cálculo. No, concéntrate, Elara Vane. El dinero. Era suficiente para pagar la carne del carnicero. ¿Pero podía realmente tomarlo? ¿Era esto algún tipo de truco?
Miré por el callejón por donde había corrido el hombre. Hacía mucho que se había ido, pero quizás podría alcanzarlo si me apuraba.
—Que yo sepa, esto podría ser un truco de algunos malhechores traviesos que quieren meterme en problemas. Tal vez acusarme de robar o algo así —contemplé, con un dedo bajo la barbilla.
Bueno, hora de averiguarlo.
Agarrando el dinero, corrí en la dirección en que había desaparecido, mis zapatos golpeando el pavimento.
—¡Oye! —grité de nuevo, doblando esquinas y escaneando cada rincón sombreado—. ¿Quién eres? ¡Vuelve!
Pero no hubo respuesta, solo el eco de mi voz y ruidos de los alrededores rebotando en las paredes. Después de unos minutos, me detuve, jadeando y agarrándome las rodillas, agotada al máximo.
—Bueno... —respiré con