Capítulo veintitrés

Al día siguiente la primera en despertar fue ella, durante el tiempo en que estuvo despierta no pudo evitar recordar lo sucedido en la noche.

Ella no esperaba que él pudiera calmarla tampoco esperaba entre sus brazos encontrar la paz y calidez que nunca antes había sentido.

Al poco tiempo Jordán se levantó y la miro con una sonrisa—Veo que estas mejor—habló el.

—Si, muchas gracias por lo que hiciste ayer—agradeció sinceramente—¿siempre te atormentan en sueños?

De vez en cuando—aclaro—no siempre es igual pero duele porque fui la causante de su muerte, lleve a la muerte al próximo alfa de una manada, un alfa que nunca se llegó a coronar porque la muerte vino primero que aquella fecha.

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